“El debate monarquía o república” por Esperanza Fernández
jueves, 05/06/2014 8 comentarios
Desde que se ha producido la abdicación del rey, no salgo del asombro. Los comentarios que estoy viendo estos días inducen a pensar que una buena parte de mis conciudadanos ignoran por completo qué significa eso del Estado de Derecho cuando proponen saltarnos la Constitución y convocar un referéndum anticonstitucional. Una de dos, o ignoran que la propia Constitución establece el procedimiento para su reforma (artículo 168 en el caso que nos ocupa de reforma del título II y el artículo 1.3 del título preliminar) o les da igual y piensan que nos podemos saltar la Constitución y las leyes cada vez que nos plazca. No comprenden que la democracia se basa en el imperio de la ley y lo opuesto es la arbitrariedad, la vuelta al Antiguo Régimen, el desastre.
Pero el problema no es de los ciudadanos, a los que podemos disculpar la ignorancia o la irreflexión, sino de los dirigentes de partidos que están alentando esta histeria colectiva con olvido deliberado de lo que tienen la obligación de conocer muy bien. Que partidos que se dicen democráticos estén liderando esta reclamación de un referéndum que saben inconstitucional es para indignarse, aunque de referendums ilegales ya llevemos oído suficiente como para estar curados de espanto.
Hemos podido leer también comentarios pidiendo un referéndum consultivo, lo que me parecería un gasto inútil si algún día se decide hacer, como paso previo, teniendo en cuenta que los sondeos de opinión o encuestas ya orientan bastante bien para decidir el momento de plantear la reforma constitucional. Lo que sabemos por ellos es que el prestigio del jefe del Estado y la monarquía ha caído estrepitosamente con los escándalos, como es lógico. Sin embargo, eso no se traduce en que haya una mayoría de partidarios de la república frente a la monarquía como forma de Estado y no parece que los que están llevando la reivindicación de ese referéndum, guillotinas incluidas, vayan a lograr muchos adeptos teniendo en cuenta lo poco tranquilizadores que son sus formas y sus referentes internacionales, desde Cuba a Corea del Norte, pasando por Venezuela.
También observo con piedad la ingenuidad que lleva a muchos a suponer que acabar con la monarquía significará llegar a la Tierra Prometida, de la que mana leche y miel; que, por arte de magia, nuestros males desaparecerán con la república. Soy republicana pero no cifro en ello la solución a los graves problemas políticos y económicos que tiene nuestro país. Hay muchas prioridades antes que cambiar la forma de Estado. Y cuando se aborde una reforma constitucional de calado, hay que contemplar como prioritarias otras reformas, que tienen una incidencia directa en nuestra economía y en la calidad de nuestra democracia: la estructura territorial para hacer viable nuestro Estado, la redistribución de competencias entre el Estado , comunidades autónomas y ayuntamientos, la fusión de municipios y eliminación de diputaciones, el sistema electoral que consagra la provincia como circunscripción electoral dando lugar a una desigualdad en el voto de los ciudadanos, el inútil Senado, el Poder Judicial y, entre ellas, también puede contemplarse la de la forma del Estado.
Este clamor de determinados partidos por acabar ya con la institución me lleva a pensar en la incoherencia que supone descalificar por arcaica a la monarquía constitucional, posterior a la Revolución Francesa, cuando esos mismos partidos no cuestionan los privilegios fiscales del País Vasco y Navarra, de raigambre medieval, es decir, mucho más incompatibles con la modernidad que una institución de sucesión basada en el parentesco, nada plausible, por supuesto, pero simbólica y sin poderes efectivos. Es más, se diría que hasta miran con simpatía dichos privilegios “territoriales” y comprenden los métodos de que se han valido sus beneficiarios.
En fin, no hay que ser inmovilistas y hay que trabajar por el consenso para lograr las reformas constitucionales que necesita nuestro país, pero tampoco hay que ser oportunistas planteando las cosas con el furor, las prisas y el olvido de lo esencial que vemos en quienes capitanean esta oleada republicana.
Esperanza Fernández Acedo Concejal portavoz del Grupo Municipal de UPyD Getafe