“Las circunstancias son a día de hoy, nuestro verdadero rival político” por Carmen Guijorro
miércoles, 23/01/2013 Deja un comentario
Por eso, no debemos dar demasiada importancia a lo que digan los partidos minoritarios, ni los sindicatos desacreditados hoy, por los propios trabajadores a los que dicen defender.
A día de hoy, los que nos dediquemos a la política, hemos de tener dos objetivos prioritarios: la libertad y España. España es un país que ha demostrado históricamente, una gran fortaleza y credibilidad. Si bien han pasado unos años en los que quizás, ha perdido el rumbo de su identidad y su potencial, somos una nación de solidez democrática indiscutible, y por lo tanto no debemos permitir que el radicalismo de algunos, afecte al conjunto de la misma, como hoy nos quieren vender, algunos políticos independentistas.
La Democracia es básicamente el estricto cumplimiento de las Leyes. Cuando permitimos que entre en juego el radicalismo, existe la posibilidad de que acabe ganando el juego, el más radical de todos. Si juegas con la reglas de la Democracia, ganará siempre lo más democrático.
Ser político a día de hoy, no es un ejercicio agradable, y por ese motivo, está dejando de tener interés para los mejores y los más preparados. Se paga un precio demasiado alto por dedicarte a la política. Pero la política en verdad, tiene buenos momentos, momentos malos y muchos momentos injustos. Si decides involucrarte en la vida política, has de tener tu vida muy bien organizada y con unos cimientos muy sólidos, porque hay ocasiones, en las que la política intentará acabar con ella. Sin duda, la política, también conlleva grandes momentos de satisfacción personal, reconocimiento colectivo y mejora de la nación.
Así que, animo a los mejores, a plantearse la vida política. Sobre todo aquellos jóvenes que pueden actualizar y ampliar con su ingenio y conocimiento los horizontes establecidos. Pero antes de nada hay que recuperar la credibilidad en las instituciones y sus dirigentes, para ello se hace imprescindible un ajuste de las administraciones, y es necesario que las figuras políticas se aparten del amiguísimo, del enchufismo, del favoritismo y de todos los “ismos” que se le puedan achacar para hacerla atractiva y para que, los mejores estén dispuestos a dedicarse a ella.
Los medios de comunicación no están en un buen momento, y sin embargo, la dependencia sobre ellos de algunos políticos es escandalosa. Esto ocurre por la constante necesidad de reprobación de algunos no tan capacitados para la vida política, que aprovechándose del sistema democrático, han encontrado un hueco en el que colarse, no para vivir la política, si no para vivir de ella.
Así nos encontramos con diferentes personajes, que manchan con sus actos una vocación de servicio público y un deseo de colaborar al crecimiento de la nación, pues no encuentran más interés en sus cargos, que el beneficio personal y cortoplacista.
¿Es posible entonces, hacer la política más agradable, y que el ciudadano entienda a los políticos como solución y no como parte del problema?
Sí, pero sólo formando equipos con los mejores posibles. En la historia del mundo, nunca ha existido un pueblo contento al cien por cien, con sus gobernantes. La fórmula del fracaso, es intentar tener contento a todo el mundo, y por ello el político, ha de ser capaz de evaluar qué es lo importante, y una vez analizado, debe tomar decisiones que beneficien a la mayoría, y no sólo a un grupo minoritario.
La gobernabilidad pasa, por el profundo estudio de la estadística social y económica, y la comprensión de la misma no es igual para todos. Hoy la política está descapitalizada, el mundo está mal políticamente. Los líderes no están definidos. Es por ello, que quienes tenemos la obligación de gobernar, hemos de ser conscientes de que vivimos en una situación tremendamente complicada. Se hace entonces necesario que cada país haga sus deberes, sí.
Pero Europa, sus dirigentes y también los mercados, deben pensar que un euro en Madrid, no vale menos que en Berlín. Europa se unió con todas sus consecuencias. La lógica de tener una moneda única, era tener un mercado común, no un nuevo producto en juego para la especulación. Hay que hacer muchos esfuerzos, pero haciéndolos, hay que saber también que saldremos de la crisis.
Enmendaremos los errores que durante años se han cometido, y que han desembocado en una situación de inestabilidad económica, social y sobre todo en una crisis de credibilidad y valores. Hemos de sacar las lecciones de aprendizaje positivas, que esta situación nos ha enseñado. Hemos de comprender que sólo podemos tener aquello que podamos y estemos dispuestos a mantener. Que lejos de hacer de ello un “Sálvese quien pueda”, comunidades y municipios, hemos de mirar también por defender los intereses de nuestros vecinos, pues con esta práctica, logramos una protección del proyecto común al que llamamos España. Y digo protección y no proteccionismo, que es lo que muchos pretenden de su país y/o gobiernos. Una vez más los “ismos” desvirtúan claramente los mensajes.
Un país es una proporción de tierra delimitada por un entorno geo-político. Sin embargo, una nación es el proyecto que en él se desarrolla, y no se hace grande por extensión, sino por sus recursos, riqueza y la capacidad de sus habitantes y gobiernos. Capacidad para emprender proyectos conjuntos que la dirijan a un estado de bienestar para todos y que nos hagan crecer como nación y sociedad.
Un espacio en el que todos estemos orgullosos de vivir, de avanzar, y con el único propósito de proporcionar un futuro mejor a la generaciones venideras. Nadie de los que estamos a día de hoy, somos imprescindibles, pero sí somos importantes dentro de la propia evolución de la nación como proyecto. Las anteriores generaciones trabajaron para que pudiéramos tener una España fuerte, capaz, competitiva, moderna y con recursos. La crisis nos ha demostrado que ni de lejos, está todo el trabajo hecho y que errando en las políticas, podemos retroceder años, en las décadas que ha costado avanzar. Por eso, hemos de ser especialmente cautos, por respeto al legado recibido, pero también hemos de ser especialmente cuidadosos, o mejor dicho exquisitos, hacia el legado que debemos entregar a las futuras generaciones. De ello dependerá la continuidad del proyecto de nación a la que llamamos España y el futuro de nuestros hijos y nietos… En el único lugar donde el éxito aparece antes que trabajo, es en el diccionario de la Real Academia. Trabajemos hoy, para un éxito futuro y para un proyecto sólido, con esperanza, credibilidad y engrandecimiento de nuestro legado.
Trabajemos por una nación libre, justa, de todos, por todos y para todos, y ahora más que nunca, entre todos.
Carmen Guijorro Belinchon Alcaldesa de San Martín de la Vega