“Descubriendo el mundo de la Literatura Iberoamericana” por Aldara Velilla

FOTO_COLEGIOALBANTAEmpezamos tema nuevo, siempre es duro para ellos y más cuando el final del curso se puede contar con los dedos. Bostezos, caras de aburrimiento, alguna de interés…

“El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo…”. Éste es el comienzo de uno de mis libros predilectos. Nunca suelo mandar como lectura del tercer trimestre nada de literatura hispanoamericana por falta de tiempo, pero como si de un presentimiento se tratara este año decidí apostar por “Crónica de una muerte anunciada”. Me asaltan las dudas… ¿Y cómo voy a hacer para que este libro se convierta en una de las novelas favoritas de mis alumnos o que por lo menos les interese? Las estrategias escritas sobre el papel son muy bonitas, pero cuando tienen que ver con la sensibilidad y sentimientos del ser humano adolescente muchas veces se convierten en papel mojado. Porque la literatura es eso (o por lo menos para mí lo es) sentimientos y sensaciones de gente que un día decidió compartirla con el mundo para que fueran nuestras. Los alumnos son diferentes y tú también eres diferente cada año que pasa. Ellos más jóvenes y tú más mayor, así que hay que reciclarse. Hay algo que de momento siempre me funciona: leer algo que me apasiona en voz alta para ellos. Los chicos lo perciben y parte de esa pasión se transmite.

Preguntas: “-¿Pero entonces, ya sabemos el final? Como mola, yo quiero saber que es lo que le pasa al Santiago Nasar este.”

En este punto en el que están enganchados a la historia, ya puedes explicar el Realismo Mágico, el boom de la novela hispanoamericana y esa realidad tan diferente a la que ellos están acostumbrados mostrada por ojos de escritores que de momento les son desconocidos. Nos adentramos un poco más en la historia y se percatan que los sueños van a ser un tema importante en la novela, y se establece un debate no preparado sobre la importancia de este mundo onírico en las vidas de las personas, y acabamos hablando de los sueños que tienen, y haciendo una argumentación sobre como la interpretación de los sueños se relaciona hoy en día y dentro de la obra.

Esto es por lo que decidí un día ponerme delante de una clase, pienso para mí cuando suena el timbre y acaba mi hora.

Os animo a hacer algo parecido en vuestra vida cotidiana; si nuestros hijos aprecian nuestras pasiones acabarán por hacerlas suyas y el amor a la lectura es una de las grandes pasiones de la vida. Yo debo este placer a autores como García Márquez, que me hicieron viajar a mundos desconocidos para mí cuando era estudiante, y a abrir mi mente en muchos aspectos. Este es el pequeño homenaje de una maestra que le estará eternamente agradecida.

Aldara Velilla Romo
Profesora de Lengua y Literatura del Colegio Albanta

“Alcobendas, ciudad del amor…” por Tomás M. Serna

FOTO_TOMASMARTINSERNARealmente el asunto resulta curioso, sorprendente e inesperado. Además de gracioso; obviamente. Resulta que, según Amazon, los alcobendenses son los más románticos de España… ¡¡Toma ya!!

      Tan extravagante (e histriónico) descubrimiento se debe al estudio que realizaron, aprovechando la festividad de San Valentín, en donde  han descubierto que nuestra ciudad ocupa ¡el número uno! en el ranking de compras de novelas de amor, incluyendo las impresas en papel junto a las bajadas en formato electrónico. Han considerado como una de las premisas que el estudio-encuesta abarque solo a ciudades de más de 100.000 habitantes. Detrás de nosotros están nada menos que Madrid, Santander, Barcelona y Vigo…. Aunque no se aclara en la noticia, supongo que en el estudio habrán hecho una extrapolación proporcional al número de habitantes, o algo parecido, porque no puedo entender ni aceptar (sin contener la perplejidad…y la risa) que aquí se compren (¿y lean?) más novelas de amor que en las grandiosas urbes de la capital del reino y la ciudad condal.

      Quiero imaginar que la gente de Amazon son unos `cachondos mentales´ que nos quieren tomar el pelo –naturalmente, con respeto y simpatía- por los motivos que sean… Eso, o bien que la persona o personas que han llevado a cabo el estudio-análisis de marras, habían fumado o bebido algunas sustancias alegres y eufóricas que estimulan el recochineo y las ganas de juerga…. Bueno, si solo se trata de echar unas risas, me parece estupendo… En esta infame época de crisis, recortes y penurias de todo tipo es de agradecer que, de vez en cuando, alguien (o algo) nos alegre el día y nos haga enjugarnos los ojos, no de llanto sino de risa.

     Supongo que nuestro inefable gobierno municipal ya estará estudiando el asunto para sacarle algún jugoso aprovechamiento y utilidad a tan excelso acontecimiento… Posibilidades `haylas´, doy mi palabra de honor…. Es más; si el insigne concejal de Cultura quiere yo le puedo sugerir algunas ideas al respecto que, lógicamente, por humildad y prudencia (y pudor) me abstengo dárselas aquí y ahora… Hombre, no puedo prometerle que podrían ser muy eficaces para la próxima campaña de elecciones municipales del año que viene…; pero vete a saber, en política nunca se sabe.

      Imaginaos por un momento que el maestro Shakespeare viviese en esta época…. Seguro que mandaría a hacer puñetas a la ciudad italiana de Verona para ubicar allí su Romeo y Julieta. Los siglos venideros hablarían de esa bella y trágica historia de amor localizada en Alcobendas.

      Y la romántica historia de Calixto y Melibea, de escribirse ahora, no se desarrollaría en Salamanca; ¿cabe pensar en otra ciudad más idónea que la nuestra para tal aventura?

     El legendario y fascinante suceso de Los amantes de Teruel será minimizado y ensombrecido cuando dentro de unos siglos unas excavaciones arqueológicas descubran la tumba de `Los amantes de Alcobendas´…. Si lo de Amazon fuera cierto ¿a alguien debiera extrañarle?

     Si Arthur Hiller se decidiera rodar un `remake´ de su celebérrima Love Story; ¿quién podría escandalizarse o pensar que estaba loco si, dadas las circunstancias, decide rodarla en Alcobendas en lugar de Nueva York?

     ¿Qué ciudad elegiría Giacomo Casanova si despertara de su sueño eterno para continuar sus excitantes aventuras amorosas? ¿La cursi y decadente Venecia o la más romántica de España? Vamos, es de suponer que no dudaría en fijar su residencia por estos lares (posiblemente, dada su alcurnia, en La Moraleja; y más aún con la `espectacular bajada de impuestos´ que ha prometido el alcalde para el año próximo) Y, probablemente, repartiría su libidinoso tiempo entre nuevas conquistas…, y conferencias (para tomarse descansos) en La Casa de la Mujer.

      En fin, se podrían poner muchos más datos, ejemplos y paralelismos tan subyugantes como los expuestos, que vendrían a clarificar y a elevar hasta límites insospechados el lugar que ocuparía en la historia y la literatura romántica y erótica nuestra querida Alcobendas…. Siempre que, claro está, el sublime descubrimiento hecho por Amazon no fuese una guasa y hubiera salido a la luz hace unos cuantos siglos.

Tomás M. Serna 
Exprofesor de Secundaria, comediógrafo, actor y director teatral

“Yo iba en Bicicleta” por Adolfo Suárez

Yo iba en bicicleta. Iba a trabajar y lo escuché en la esquina de Avenida de América con la calle Cartagena. Era un 11 de Marzo. Recuerdo el sentimiento de asombro, el dolor, la incomprensión, la irrealidad real del odio. Porque el odio no tiene banderas, pero se agarra a ellas. No tiene patria, pero vive en todas. No tiene alma, pero las llena para que siempre estén medio vacías. Nadie podía imaginar aquello. Todos los muertos. Todos los futuros por el suelo. Toda esa cercanía peligrosa, la cotidianidad atacada. Cuantas veces en un Cercanías, cuantas veces en Atocha, cuantas veces.

Y desde entonces, por muy mínima parte que sea en mi vida, nunca he dejado de ir en bicicleta por la esquina de Avenida de América con Cartagena. Como aquel que nunca ha dejado de dar vueltas a un café con leche en vaso y con dos de azúcar en Velázquez. Al igual que ella, que anda haciendo las mismas camas que aquella mañana maldita de marzo, las sábanas azules para el cuarto del chico, las blancas con pequeñas flores rosas para la niña. Lo mismo que tú, que estas en el mismo kilómetro de la M-30, en el mismo atasco y con la misma radio en la misma emisora, aunque ahora vayas en moto y no pises la M-30 ni en pintura. Todos dejamos allí una parte, unos minutos, unas horas. Un tiempo congelado.

Y están ellos. Los que se fueron sin vida, y los que se quedaron sin vida. Los que no tienen futuro y los que se quedaron sin él, condenados a que su instante, su tiempo congelado, se extienda a habitaciones vacías, a pasados, a caricias irrepetibles, a derrotas diarias a golpe de recuerdo. Podría escribir mil palabras, mil frases, mil textos. Y no me acercaría al dolor de ver un rincón vacío y no entender porqué no está él, ella, sus buenos días, sus sonrisas, sus malos ratos, su manera de moverse, sus preguntas, sus errores, su modo de coger una taza de café. Es ese golpe diario, esa pregunta machacona, la aguja cotidiana: ¿Porqué no están?

Y sentirse lanzados, usados, citados, nombrados, manchados, tachados, ocultos, mostrados… en nombre de A, de B, de C. Para salvar banderas, derechos, honores, patrias, libertades, conceptos. Existir condenados en párrafos, encerrados en titulares, apresados en columnas y tertulias, apartados a reuniones, enlatados en cinco minutos de noticias. Y que nada consiga explicar ese rincón vacío. La nada. La falta. Y sólo vence el odio seco, puro. El odio en los libros, en los textos, en las piedras lanzadas que tapiaran el rincón, que seguirá vacío, pero lleno de piedras, de palabras, de soledades, de pequeñas derrotas, de paseos adentro.

Y yo seguiré yendo en bicicleta, un eterno 11 de marzo, por la esquina de Avenida de América con la calle Cartagena.

 

Adolfo Suárez
Escritor

 

«Cartas a Talía. Enero 2012» por Luis Lozano

Amada Talía,

Lamento profundamente molestarte con el tono airado de la carta de este mes. Pero, ¡BASTA YA! Resulta perverso que los defensores del capitalismo acusen de despilfarro a lo público. NO. La situación actual germinó en la  ambición desmedida y la corrupción auspiciada por el mismo sistema especulativo. Y, mientras otros andan perdidos preguntándose quién les ha robado el mes de abril, la diferencia entre  ricos y pobres aumenta a una velocidad endiablada, dejando ya poco recorrido entre la indignación y la rebeldía. A estas alturas deberíamos calibrar ya la distancia que hay entre la mano de obra sometida y la esclavitud.

Que no nos cuenten más cuentos. Decía León Felipe que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto de hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos…Y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos.

Algunas de las consecuencias de este ataque furibundo a lo público, serán las heridas que dejará al teatro comprometido y valiente. Aun así, tu arte sigue revolviéndose con su crítica feroz, tan necesaria para la buena salud democrática de nuestra sociedad.

Hay buenos ejemplos en la cartelera pública madrileña:

  • Los ojos. Extraordinaria reflexión sobre el miedo a ver y a vivir de Pablo Messiez. En el Teatro Fernán Gómez. Del 18 de enero al 12 de febrero.
  • Pedro y el capitán. Resulta imprescindible esta excelente propuesta de Emilio del Valle y su Compañía Inconstantes Teatro sobre el texto de Benedetti, cuando se cumplen 10 años de la hipócrita desvergüenza de la cárcel de Guantánamo. Será el 25 de Enero en el Centro Cultural Conde Duque.
  • Macbeth de Shakespeare. De UR TEATRO con dirección de Helena Pimenta. Esta historia de la ascensión y caída de Macbeth por su ambición desmedida nos concierne muy de cerca. Teatro Tomás y Valiente (Fuenlabrada) el 28 de enero.

Porque no podemos dejar de ser para sobrevivir, con la ayuda del teatro, amada musa, recuperaremos el alma que nos aporta la identidad de seres humanos. Porque el teatro es rebeldía, es una buena semilla para sembrar la respuesta social a la injusticia y nos ayuda a decir NO con la misma rotundidad que sonó el portazo de Nora en Casa de Muñecas.

Siempre tuyo

Luis Lozano, Coordinador de Programación Patronato Municipal de Cultura Fuenlabrada

Posdata:

Mientras lees esta carta, disfruta de Sueño de una noche de aquelarre de la Sinfonía Fantástica de Berlioz. La buena música contra el inmovilismo y el miedo que nos atenaza y hace que nuestra vida se parezca más a la del protagonista de la película Groundhog Day (El día de la marmota)  de Harold Ramis, que a la del de Big Fish de Tim Burton.  Ah, y los que buscan el mes de abril, deberían buscar en el cajón donde guardan el corazón, no la cartera.

“El artista” por Antonio Terán y Pando

Yo tenía un amigo, Venancio Fermoselle Matalascañas , que al fallecer su padre, propietario de una tienda de suspensorios, llegó a la conclusión de que las hernias inguinales no eran lo suyo y después de vender el comercio y el local que lo contenía, adquirió una finca de siete hectáreas cerca del cerro del Ocejón.

Era un paraje desértico, donde daba la vuelta el aire. Tierra blanquecina, algunas piedras y muy escasa vegetación consistente, principalmente, en cardos de diversas especies.

Durante meses estudió las características de los dibujos de Nazca (Perú). Se leyó a Berlitz, Von Däniken, JJ Benítez y algunos autores menos conspicuos pero no por ello menos fascinantes.

Un día, armado de centenares de carretes de bramante de a 100 metros cada uno, estacas, martillos, almocafres, una brújula, una escalera de tijera, hojas de papel, lápices y planos de la zona adquiridos en el Instituto Cartográfico del Ejército, se fue a vivir a su finca, que a la sazón tenía una choza pastoril de medio techo.

Durante meses se dedicó a plasmar sobre el terreno una figura mítica: una araña.

Comía poco, dormía menos, trabajaba de sol a sol y de luna a luna y naturalmente abandonó cualquier aseo personal.

Con unos pelos como un faquir, la barba crecida de anacoreta y más bien desnudo de andrajos, concluyó su obra siete meses después.

Febril, dio clases de vuelo con ultraligero y cuando entendió que estaba preparado, despegó un día a las seis de la mañana desde Guadalajara.

Los que le vieron despegar y remontar el vuelo se santiguaron y hacían votos sombríos sobre su inmediato futuro aéreo mientras vaciaban copas de “sol y sombra” en un bareto de los alrededores.

Antonio Terán y Pando, escritor y articulista

Al cabo de tres horas, el avioncito regresó y aterrizó ante el estupor de los borrachines.

Sin pararse a explicar nada, con un aspecto verdaderamente temible, huyó del lugar en su Land Rover matriculado en León 20 años atrás.

A los pocos metros, el vehículo paró y de su interior salio Venancio, con cara de iluminado, los pelos de punta y sollozando entre dientes y convulsionándose.

Los ojos como carbunclos.

Solo se le entendía “¡Ocho, Ocho!”…De pronto calló, se irguió muchísimo y fue victima de un parracle, es decir un colapso nervioso irreversible.

Para colmo se orinó encima.

El pobre Venancio, verdadero demiurgo de lo inexplicable, arquitecto de lo gigante, creador compulsivo, había dibujado sobre el terreno pedregoso una araña monstruosamente grande, con detalles de entomólogo (o aracnólogo) pero…olvidó un detalle vergonzoso.

A su araña fabulosa la había dotado solo de seis patas.

Ahora, vegeta en un frenopático, sólo come aceitunas y por las noches solloza palpándose alternativamente las ingles ora la izquierda, ora la derecha.

Antonio Terán y Pando, escritor y articulista

“La risa mortal” por Antonio Terán y Pando

Los humanos tenemos la terrible experiencia del peligro que encierra la risa.

Risas sardónicas auguran horrendas desgracias en los universos de Poe o Chesterton. Al menos así nos lo parece hasta en el “Thriller” de Jackson. Especialmente cuando es Vincent Price quien ríe.

Eco, nos alertó de las funestas consecuencias del segundo libro de la Poética de Aristóteles, aunque éstas consecuencias fueran desestabilizadoras de ordenes obscuros, más metafísicas que fulminantes.

Visitando las estancias de Murad III (1574-1595) en el Palacio de Topkapi, en la Sublime Puerta, no podemos por menos que imaginarnos a su majestuoso habitante releyendo el “Libro de la Felicidad”(1) encargo del propio sultán como obsequio para su hija Fátima.

Libro de contenido variado (desde la interpretación del zodiaco a la autoadivinación) contiene bellísimas miniaturas, realizadas al parecer en el taller del maestro Ustad Osman.

En folio 90v, nos encontramos con la historia de la “Serpiente Reidora”, monstruo con cabeza de mujer y cuerpo de ofidio. Ya en la mitología griega, seres mitad humano mitad culebra, dejaron su huella.

Recordemos a  Erictonio (literalmente “nacido de la tierra”, aunque fue el semen de Hefesto, que cayo sobre el muslo de Atenea, que ella limpió y arrojó a tierra, su origen) ser que llego a ser mítico rey de Atenas.

Lilith era una serpiente y debió reír bastante y de forma muy seductora pues fue la primera mujer de Adán dándole “glittering sons and radiant daughters” (2).

En la miniatura se aprecia la fantástica criatura, enroscándose y desenroscándose, mientras, detrás de unas piedras un grupo de creyentes, bastante temerosos, la observan

. Uno de ellos porta un espejo.

Como sabemos el espejo es la mejor arma contra ciertos desagradables seres cuya mirada mata o al menos petrifica.

Para vencer al Basilisco, nada mejor que un espejo. Medusa muere al verse reflejada en el bruñido escudo de Perseo.

Por lo que sabemos había caballos que mataban a la gente de risa, incluso individuos despreciables que reían sin cesar mientras sus victimas eran devoradas por ofidios feroces a sus órdenes.

La risa y en especial la de una hermosa mujer es un peligro atroz: ni que decir tiene que si además la hermosa es mitad culebra, estamos perdidos.

Las Lamias, típico “obsequio envenenado” fruto de la rijosidad del Zeus, eran así. Debían reír todo el rato pues no podían hablar ¿ dejarían de reír mientras devoraban a los viajeros hechizados por sus encantos.

Yo, a la vista de todo esto, he decidido no reírme jamás mientras me miro al espejo, todo sea que, o me petrifique o me seduzca y caiga en la autofagia.

Que tiene que doler horrores.

Antonio Terán y Pando, escritor, articulista y propietario de la librería-galería de arte «El Gato Lector» (El Molar, Madrid)

(1)          Copiado por  Muhamad Ibn Emir Hasan al- Su’di (1582). M.Moleiro fenomenales editores de facsímiles han puesto a nuestro alcance una edición única según el original conservado en la Bibliothèque Nacional de France.

(2)   “Hijos resplandecientes y radiantes hijas” Dante Gabrielle Rossetti. Eden Bower.

“El Restaurante fantasma” por Antonio Terán y Pando

Era una tarde angosta, de color ala de mosca y sonidos con sordina. La calle donde se encontraba el restaurante donde me habían citado para almorzar tenía un empedrado como de piel de serpiente. Era una calle ofidio. Parecía brillante pero no lo era. Parecía resbaladiza pero no lo era. Parecía comercial pero…no. No lo era.

Era una calle desagradable. Y eso, la verdad sea dicha, no me abría el apetito.

Empujé con firmeza la puerta giratoria del establecimiento cuya inercia centrífuga me lanzó a un cortinaje de terciopelo medio descorrido. Desde éste umbral se podía ver la “salle a manger” repleta de gente diversa. Camareros provectos discurrían a gran velocidad y no menos equilibrio entre las mesas; todas redondas y todas de cuatro comensales. Manteles blancos. Vasos y copas sin nobleza alguna. Jarra de agua en forma de “decanter” con tapón de baquelita marrón. La luz la proporcionaba un universo de globos lácteos que lejos de sugerir un restaurante, daban un aspecto higiénico-sanitario al local. Algo así como de dispensario de emergencia, de Casa de Socorro.

Con un gesto de la  mano fui alertado desde una mesa que era allí donde se me esperaba. Mi anfitrión era un hombre delgado, de pelo ralo y elegantísimo terno de ojito de perdiz. Puños franceses y corbata de seda  con un diseño de cachemir que-ya entonces estaba seguro-yo había visto antes.

La cara de mi interlocutor era difusa. Y aunque me esforzaba en fijar sus rasgos, como en un relámpago, se difuminaba inmediatamente.

Muy violento por éste extraño fenómeno, desvié la mirada de mi compañero de mesa para observar el entorno. Las mesas adyacentes estaban ocupadas por dos hombres y dos mujeres. Y siempre dos hombres y dos mujeres. Ellos vestían agradables trajes de diversas texturas y tonalidades, que lucían con corbatas del diseño cachemir exactamente igual a la de mi anfitrión. Esta circunstancia me produjo un enorme desasosiego y estuve a punto de levantarme sin despedirme y salir de aquel bizarro local.

Mas, por mor de la etiqueta, permanecí allí, algo estupefacto. Mi compañero, daba instrucciones a un camarero (Chaqueta y camisa blanca, corbata de pajarita negra, mandil anudado a la espalda…largo, muy largo, tanto que no le veían los pies, dando la sensación al andar de que se deslizaba en levitación).

-Al señor Tavernier le trae lo de costumbre: un Meyerbeer “a point”. Para mi las popietas de lenguado. ¿Podrían acompañarlas con la salsa de tomate pero sin cominos?

Satisfecho por haber decidido por los dos, siguió hablando animadamente de asuntos a los cuales yo no prestaba atención alguna, cosa que a él parecía importarle un bledo.

Reconozco que estaba aturdido.

Había comprobado que las damas que ocupaban las otras mesas tenían la misma, idéntica fisonomía. Todas llevaban pulseras con monedas colgantes, todas tenían vitíligo en las manos y todas vestían un camisero rayado de escote cuadrado y mangas de farol.

Aterrado, interrumpí a mi anfitrión enérgicamente y le inquirí acerca de lo que estaba pasando allí.

Él pareció sobresaltarse por mi abrupta intervención, pero recobrando el temperamento, entre dicharachero y resbaladizo, contestó:

-¿Qué que está pasando aquí? ¡Por favor, René! (efectivamente ,así me llamo)…

Hizo una pausa incomodísima mientras movía los hombros como un árbol de levas, en señal-supongo- de perplejidad.

-¿No recuerdas la última vez que estuviste aquí? Me extraña…y eso que hemos    reconstruido todo el entorno casi a la perfección. Quizás los rostros-continuó- sean lo menos conseguido. Pero claro…ésta reacción tan cínica, no nos sorprende. No debería sorprendernos. De facto, tu abominable manera de olvidar, especialmente tus pecados más  intolerables, nos ha obligado a representar ésta tragedia.

Yo sudaba profusamente y me pareció que el alboroto del local aumentaba, oyéndose risotadas y cacareos, hasta resultar ensordecedor.

-Aquí mismo, René, en un descuido de tu madre envenenaste con estricnina el Meyerbeer de tu padre. ¡Ah, canalla! Y lo hiciste en un restaurante para que pareciera

una horrenda equivocación del cocinero. Recordarás que fue encarcelado por negligencia, llevando a la ruina a su esposa e hija que ahora son prostitutas en la calle Abuin. El local cayó en desgracia y su propietario-hombre cabal-se suicidó después de arruinarse en pocos meses. Tu madre, que amaba con delirio a tu padre, enloqueció y allá, en la costa, vive internada en un oratario, alucinada y seca, ya sin lágrimas que drenar. ¡Maldito reptil! Y todo por querer heredar antes de tiempo y sin merecimiento alguno.

-Hoy-concluyó el verdugo-envenenarás tu propio filete y lo devorarás, no lo podrás evitar. Pero…

¡Ese no es el castigo, despreciable monstruo, el postre será apoteósico!

Hoy, postrado en la yacija de un asilo abyecto, deformado, impedido y casi ciego, a causa de las terribles secuelas de mi emponzoñamiento aún recuerdo desesperado el fatídico dibujo de cachemir de aquellas corbatas.

Éste fue…éste ES mi postre.

Meyerbeer: Forma de preparar unos huevos al plato, dedicada al compositor alemán

que le da el nombre (1791-1864) de repertorio operístico de éxito. El acom-

pañamiento de riñones de cordero y salsa Pèrigueux, es el nexo de unión

entre estos huevos y el Turnedós Meyerbeer. El restaurante Edelweiss de

Madrid, lo tenía en su carta.

Popieta:    En principio, una loncha de carne cubierta de farsa, enrollada, lardada y

cocinada en proêlée. También de pescados y verdura, han de cocinarse

siempre en fumet.

Antonio Terán y Pando, escritor, articulista y propietario de la librería-galería de arte «El Gato Lector» (El Molar, Madrid)

«Gazpacho y paradoja» por Antonio Terán y Pando

Epiménides, poeta cretense, afirma que todos los cretenses son unos mentirosos.

Si Epiménides dijese la verdad, por ser también él cretense, él también es un mentiroso y estaría mintiendo.

Si Epiménides miente, entonces los cretenses no son unos mentirosos, sino que dicen la verdad, y , por ser él también cretense, diría la verdad.

En consecuencia, Epiménides dice la  verdad si y sólo si miente, o miente si y sólo si dice la verdad.

Así de simple-en apariencia- se enuncia la famosa paradoja de Eubúlides de Mileto, tenaz opositor de Aristóteles y discípulo de de Parménides, junto con el cual afirmaba que  todo cambio o movimiento es imposible.

Lo profundo de la paradoja (etimológicamente, más allá de la creencia), no está en la mentira como amenaza, sino en la confusión atroz de la lógica humana.

Si cada vez que miramos al mar, hipnotizados por su fascinante belleza, pensásemos en lo inmutable de sus aguas, negaríamos, pues, el movimiento de las mismas, que convierte su fascinante atractivo en una vana ilusión.

Si fuese así, leer un libro sería como leer “el libro” pues todos los libros serían uno inmutable, completo y cuyo final es el mismo final de todos y cuyo principio es el mismo principio universal, eterno, infinito.

Es decir, “El diablo en la botella” de Stevenson, es el mismo diablo que el cojuelo, que levantaba los tejados para fisgar y, naturalmente el mismo que Belfegor o Mefistófeles y de facto todos son uno y todos están creados por un misterioso escritor sin tiempo que se digna a descubrir a algunos sólo fracciones, piezas de un  relato ignoto en su todo, inmutable.

Todos los escritores escriben lo que otros hicieron y harán, todos son Heráclito, todos Poe, todos Valera o Rosalía.

Terrible situación para los considerados “originales”. Murió la innovación. Todo es lo mismo, nada cambia: el plan está trazado.

Nosotros sólo atisbamos destellos de una obra completa, gigantesca, colosal, inmanente. A veces un monstruo cruel deja sospechar a ciertos individuos, la inmutabilidad. Éstos, luego construyen ciudades imposibles que no responden aparentemente a ninguna regla formal, descubren planetas que por ser transparentes nunca los vimos, aún cuando recorren nuestra eclíptica, aman de forma extraordinaria y muy probablemente jamás mueran.

Bertrand Russell, logró, al parecer, con la teoría de los tipos, escapar de la paradoja maldita de Eubúlides. ¿Lo logró, realmente? O quizás ya todo estaba previsto y todo estaba previamente resuelto en una posteridad que no comienza ni, naturalmente, acaba.

Éste humilde artículo, seguro que lo ha escrito alguien antes y lo escribirán muchos más después. ¡Y yo que pensaba que iba a ser la bomba! Vanitas, vanitatis.

Entonces…la fecha de caducidad del gazpacho en brick, sepultado en mi Kelvinator…¡Es una falacia!…¡Si es el mismo gazpacho que degustó Jovellanos!¡Inmutable gazpacho!

Pues, sin miedo a la intoxicación, la eventración e incluso la diarrea estival que no es episódica, sino diarrea infinita y ucrónica, me lo voy a tomar, fresquito, y me voy a quedar tan ancho.

¿Ustedes gustan?

Antonio Terán y Pando, escritor, articulista y propietario de la librería-galería de arte «El Gato Lector» (El Molar, Madrid)

«Madride» por Adolfo Suárez

Hay casi tantos Madrid como personas lo disfrutan, lo odian, lo pasean o lo añoran. Hay tantos Madrid que quizás podríamos llamar a esta ciudad-ciudades Madride

El Madride de los Reyes, las princesas, los palacios. El Madride los que gobernaron un mundo que se extendía más allá, siempre más allá. De la razón, del oro y la plata, de los sueños de los que iban o de los que venían. Buenos y malos monarcas, pérfidas princesas, Duques de espada en mano y duelo presto, Condes de tanta alcurnia como peso, Baronesas altivas y Heraldos de sangre noble y bolsa pobre. Buscavidas notables y perdonavidas peligrosos. Un Madride Alatristes y embozados. Una ciudad de mucha corte y poca confección.

El Madride Baroja, de Quevedo. De Cervantes, de Hernández, de Góngora y su nariz, de Fortunata yPérez, de Jacinta y de Galdós. El Madride Max Extrella, de Unamuno y Valle Inclán. Madride rimas y leyendas, de Gustavos y Adolfos, de «¿Que es Poesía?, Madride eres tú. Madride escritores, soñadores y sus mezclas. Madride de sonetos, novelas, versos cortos y asonantes, teatros y tertulias. Madride Café Gijón.

El Madride los rebeldes, de los del «no pasaran», del Dos de mayo. El Madride de las derrotas, de los puños en el suelo, de las ilusiones calladas. El Madride «levántate de nuevo». La ciudad comunera, de calles brigadistas. El Madride un catorce de abril de risas por banderas.

El Madride las fiestas, de jaranas y reuniones. Madride de siempre la penúltima, la próxima a mi cuenta. Madride de cervezas en Latina, Vermouth en Las Vistillas, Sidras en Mingo, vinitos donde quieras. El Madride de los que nunca duermen ni dejan dormir a veces. El Madride las tres de la mañana, de los ojos brillantes, de los de tu casa o la mía. De los portales, de las esquinas oscuras, de los besos robados, de las farolas testigos. El Madride estudias o trabajas, usas Twitter o Facebook, de requiebros y desdenes, de amanecer con churros en San Ginés.

El Madride los barrios. De una tienda en Chamberí, una taberna en Vallecas, un cuchitril en Latina, una casita en Aluche, un bar muy majo en Usera o una peluquería en Moratalaz. Madride paseos por pequeños pueblos sin salir de la ciudad. Madride de Holas, Buenas Noches, Señora, como va su hijo, que fue de su vecina, como ha subido el gas. Madride cerca, de compartir acera, calle y escaso aparcamiento. Madride vecinos del quinto, de alquilados del tercero, de un viajante de Sestao realquilao en Casa Paca.

Madride todos. Malos, buenos y de los que progresan adecuadamente. Madride mil rincones, mil leyendas, mil milis, dos mil besos. Madride las prisas para uno y del Retiro para otros. Buses y metros, coches y atascos. Nada es Madrid ni mentira, todo es según del Madrileño que lo mira. Madride de gente que llega sin ganas de llegar, de personas que viven para salir en cuanto dan las puente en el reloj. Madride gente de colores, de hombres grises, de niños, de viejos en la obra que luego llegan tarde a los Bailes de Salón.

En fin, Madride ti.

Adolfo Suárez, escritor

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