«Ser eco nos es fácil, pero es mejor que no serlo» por Antonio Quilis

FOTO_ANTONIOQUILISPor cuarto año consecutivo España se convierte en el país europeo que más hectáreas dedica a la agricultura y a la explotación ecológicas. Los datos publicados por el ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente nos dejan en buen lugar en todos los órdenes de la producción eco e incluso en el consumo.

A pesar de las campañas que se desatan cíclicamente poniendo en duda las bondades de los alimentos orgánicos y de las respuestas a favor, más o menos afortunadas, que surgen desde los más diversos ámbitos, es incuestionable admitir que lo “bio” está creciendo a ritmos superiores al 15% de media. Un crecimiento avalado por nuestras exportaciones al extranjero y por un leve incremento del consumo en el mercado interior. Debo añadir que, afortunadamente, se está creciendo gracias a un factor de conciencia y de convencimiento y no de moda, lo que sería un grave error.

Este buen comportamiento podría ser mucho mejor si se aportara un empuje en tres frentes muy definidos que crearían más demanda, más empleo, más salud y mejores precios. Por un lado, es de sobra conocido que muchas de las materias primas eco se “fugan” a través de nuestras fronteras para ser “repatriadas” con el formato de alimentos elaborados, procesados. En este capítulo una buena iniciativa sería la de desarrollar políticas de incentivos o de apoyo para la implantación de industrias procesadoras, de manipulación y transformación de alimentos para ser destinados al mercado interior y exterior.

Otro de los flancos en los que se debe trabajar es el de la concienciación ciudadana para promover su consumo y aportar información a los potenciales clientes. La sensibilización es fundamental, ya que el mercado está desarrollándose lentamente, y existe una gran oportunidad de avance para que podamos ser dueños de la comercialización y de la venta.

Y, finalmente, ayudar a la transformación de los productores “convencionales” a dar el paso hacia lo ecológico, como oportunidad. Me viene a la cabeza una nota de prensa emitida por UPA en la que se afirmaba que cada día se cerraban en España cuatro explotaciones lecheras. Puede ser un claro ejemplo de un sector que puede transformarse buscando nuevos caminos y nuevas oportunidades.

En este mismo capítulo, conozco cada vez más casos de productores que afirman estar realizando buenas prácticas en sus cultivos, produciendo eco, pero abandonan la idea de etiquetar con el sello  por temas de coste y tiempo (y conocimiento, añadiría yo). Atendiendo a la bondad de sus palabras me comentan que ellos no tienen porqué pagar un certificado que garantiza que no contaminan y que producen alimentos sanos, sino aquellos agricultores que “envenenan”. Algo de razón tienen, la verdad, peor este gesto de ser eco en casa sólo llega a los más cercanos y los que confían en ti…

Ser “eco” nos es fácil, pero es mejor que no serlo.

 

Antonio Quilis
@AntonioQuilis
Director de El Mundo Ecológico

“¿Quieres tener éxito? Programa tu cerebro para triunfar” por Rosana y Mónica Pereira

FOTO_ROSANAYMONICA_HAZTUAEn ocasiones, cuando los psicólogos tratamos de estudiar el comportamiento humano utilizamos métodos, cuando menos, “curiosos”. Porque uno se puede preguntar “¿qué tenemos en común un ratón de laboratorio y yo…?” Y lo cierto es que, aunque no nos haga mucha gracia, hay conductas que no nos hacen tan diferentes. Una de esas conductas es el deseo, la necesidad incluso, de alcanzar el éxito en los retos a los que nos enfrentamos.

La investigación ha encontrado que, tanto los animales estudiados como las personas, segregamos mayores niveles de testosterona y de dopamina cuando hemos conseguido resolver con éxito una tarea a la que nos enfrentábamos.

Cuando la dopamina, también conocida como la hormona de la felicidad, inunda nuestro torrente sanguíneo, nos sentimos bien, prestamos menos atención a muchos de los miedos que nos bloquean, bajan nuestros niveles de ansiedad y depresión, mejoran nuestras capacidades cognitivas, nos volvemos más creativos… Es decir, entramos en el estado mental que nos lleva a querer intentar otros retos que nos permitan obtener nuevos éxitos. Es un círculo de comportamiento que se retroalimenta de forma positiva.

Para empezar a regar nuestro cerebro con altas dosis de dopamina y programarlo para triunfar, te recomiendo una técnica muy sencilla que puedes practicar siempre que quieras hasta convertirla en un hábito. Esta técnica se llama: “Lo que salió bien”. Y lo único que tienes que hacer es cada noche, poco antes de acostarte, anotar en una hoja todo aquello que salió bien en el día. Ve a lo pequeño, a lo cotidiano:

–         Saludé al vecino antipático y me devolvió el saludo.

–         Las nubes desaparecieron y al final salió el sol y se quedó un día estupendo.

–         Le dije a mi hermano que no podía prestarle el coche y no se enfadó conmigo.

–         Me atreví a decirle a la persona que se quería colar en el súper que yo estaba antes para pagar y me sentí genial.

–         Encontré un billete en la chaqueta que no me ponía desde el año pasado…

Para empezar, puedes incluir esas cosas que salieron bien aunque tú no hicieras nada para conseguirlo. Si eres capaz de ir coleccionando los momentos en los que el resultado ha sido positivo y recreándote en ellos, conseguirás aumentar tus niveles de dopamina en sangre y te encontrarás mejor. Al sentirte mejor te atreverás a hacer cosas que ni pensabas cuando estabas triste y preocupado. Cada nuevo intento es una nueva oportunidad de tener éxito y cada éxito una inyección de dopamina…

Puede que en este momento estés pensando: “Ya, qué lista, pero ¿qué pasa si no lo consigo…?”. Pues entonces tendremos que pasar a la fase siguiente que es cambiar de un enfoque fijo sobre nuestras capacidades a un enfoque incremental… Pero eso lo dejamos para el siguiente artículo. Mientras tanto, practica la técnica. Yo estoy sintiendo ya el subidón de dopamina porque, al final, este artículo “salió bien”.

Rosana y Mónica Pereira Davila
Responsables de Haztúa Psicología Positiva
www.haztua.com

 

«¡Uf, por este artículo de opinión sobre las políticas de igualdad me va a caer la del pulpo!» por Miguel Aguado

Miguel AguadoDebo decir de antemano que siempre he defendido la igualdad de hombres y mujeres. No creo que una sociedad en la que la mitad del planeta tenga menos derechos y oportunidades que la otra sea una sociedad justa. Considero que esta no es solo una causa de las mujeres, es y debe ser una causa común de las personas justas. Sinceramente creo que los valores femeninos son mejores para lo colectivo y lo público; es decir, que con una visión femenina la política sería mejor para todos. No descubro nada nuevo: ya lo dijo el feminismo en el pasado siglo. No me refiero a una cuestión numérica, que también, sino de modos y formas: la búsqueda de lo que se comparte frente a lo que diferencia, el acuerdo frente a la discrepancia,… ¡Vamos, una democracia más real!

Dicho esto, quisiera reflejar algo que me lleva dando vueltas desde hace tiempo. Lo políticamente correcto sería callarme, dejarlo en ese lugar del cerebro donde se almacenan las cosas que no se usarán. Pero creo que el debate libre nos obliga a poner sobre la mesa lo que consideramos debe ser de utilidad, aún a riesgo de estar equivocado o de tener respuesta discrepante.

Hace algunos años en las entidades sociales y en la izquierda política se hablaba de políticas o áreas de mujer; quedaba claro, se trataba de acciones dirigidas a lograr que la desigualdad de la mujer en general se redujese. Eso está muy bien. Luego, por esa obsesión que tenemos en la izquierda de reinventar los nombres para seguir muchas veces haciendo lo mismo, pero más moderno, se le llamó políticas de igualdad. Ahí comienza mi discrepancia, cuya expresión en público en este artículo me llevará a la «muerte política» (es broma, ¿supongo?).  

Es verdad que tenemos muchos problemas de desigualdad en nuestra sociedad con las mujeres, sin lugar a dudas. Es cierto que tenemos un número repugnante de atentados a mujeres por hombres asesinos, machistas y posesivos, es igualmente cierto que las mujeres en general cobran menos que los hombres como reflejan los informes oficiales, es cierto que cuesta ver una mujer en los lugares importantes de toma de decisiones en la esfera internacional o en las empresas. Es verdad todo eso.

Pero tengo la sensación que una cosa es la realidad y otra la respuesta tradicional desde la izquierda. Los partidos de izquierda (PSOE e IU principalmente) compiten para ser los que más peso le dan a las políticas de mujer. Así logran colocar en la agenda política temas como la paridad, las listas cremalleras, los porcentajes de mujeres en puestos directivos, la defensa de la decisión de las mujeres sobre el aborto (parece mentira que en pleno 2013 tengamos que seguir hablando de ello por la visión retrógrada del PP y especialmente del «progre» Gallardón), los premios de mujer, las entidades de mujer,… Todo muy bien, ahora lo llamamos igualdad y no hay dirigente que no  quiera estar al frente de ello.

Así, en mi propio partido recientemente se propuso como evolución positiva que en todas las decisiones importantes que se tomasen estaría presente una persona (presumiblemente mujer) para valorarlo desde la perspectiva de la igualdad o de género. Considero que la igualdad, la justicia social o la honestidad por ejemplo, no se pueden “procedimentar” o reglamentar; se trata de valores y eso o está presente en todo y en todos los que toman decisiones o no hay reglamento que lo sustituya.

Este feminismo de las élites femeninas en política bien podría ser llamado el “feminismo del 1%”, el cual trata sólo del techo de cristal, pero muy pocas veces del suelo de piedra. Se ocupa de las preocupaciones, ansiedades y prerrogativas del 1%, mujeres que están en o cerca del nivel más alto de sus profesiones, el mundo corporativo o gubernamental. Desgraciadamente, esto les ciega en su propio campo de visión limitado, tiende a hablar en nombre de todas las mujeres, universalizando algo que es profundamente particular. Porque, realmente ¿todas las mujeres españolas consideran como prioritario que los partidos políticos presenten sus listas en forma de cremallera? Que conste que cuando me presenté a la Alcaldía de mi municipio (Tres Cantos) en 2003 (¡qué mayor ya!) presenté una lista cremallera, por convencimiento, por didáctica política y por capacidad de todos y todas. 

Considero que esta visión de feminismo corporativo es fundamentalmente conservadora, porque liga la igualdad a valores post-materiales. Daríamos a entender que lo material y la desigualdad más básica, la material, ya se ha logrado; quedando únicamente “huecos” por cubrir en ese post-materialismo. Esta visión del feminismo utiliza metalenguajes corporativos, es conformista con las estructuras de la cultura corporativa y no requiere, aparentemente, ningún cambio cualitativo en las relaciones sociales. En su lugar requiere que aquellas personas que estén sufriendo un  impacto fuerte de la desigualdad y la discriminación deban modificar su perspectiva psicológica.

El feminismo vertical desde arriba hacia abajo depende de la benevolencia y política de género de las que llegan arriba. No se trata de hacer acciones colectivas o construir un poder colectivo para el cambio.

Recuerdo que cuando en el Gobierno del José Luís Rodríguez Zapatero se lanzaron las ayudas de 2.500 euros a los nacimientos, política que no comparto por ser lineal, trabajaba en una agencia de comunicación y en ese momento se encontraban embarazadas, al tiempo, la Directora General y la recepcionista. Mientras que para la primera era un dinero que le vendría bien, para la segunda era una ayuda imprescindible.

Pero, considero que sin restarle importancia al problema esta visión que se ofrece a veces  desde la izquierda es claramente una visión burguesa (como se decía antes). Porque, la mayor desigualdad, la falta de igualdad mayor en derechos y oportunidades en España no es entre hombres y mujeres, lo siento, es entre ricos y pobres; sin lugar a dudas. Es decir, no estamos en esa sociedad post-material donde algunos consideran se ubica la política.

Hace unos días la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organización internacional que reúne a los 34 países más industrializados del mundo, hizo público un informe sobre la desigualdad en el período comprendido entre 2007 y 2010.

España, según este estudio, no solo es el país con mayor desigualdad de la eurozona, también es donde más crecieron las diferencias entre los más ricos y los más pobres en este período, es decir, los años correspondientes a la primera mitad de la crisis. Complementariamente, tres millones de nuestros compatriotas (si, 3 millones) se encuentran en la extrema pobreza.

Este informe señala cómo la desigualdad en lo que referido a los recursos familiares, medido en el llamado coeficiente Gini que refleja la diferencia de ingresos en un país, se agravó en España 2,9 puntos en este indicador a lo largo del periodo analizado.

¿Hay que trabajar por la igualdad entre hombres y mujeres? sin duda; pero hay que reorientar las prioridades. Esto quiere decir, desde mi perspectiva, que siendo importantes para nuestra sociedad y su progreso las medidas que se piden desde lo que denomino el feminismo del 1%; en época de crisis como la actual, debemos cambiar la prioridad y darle más importancia y esfuerzo a que la desigualdad no se cebe, aún más, en las mujeres en general y en las que se encuentren en situaciones de mayor vulnerabilidad en especial. Esto hay que hacerlo con más insistencia y al tiempo, no en lugar de.

Lo moderno parece ser hablar y hacer jornadas sobre mujer (bienvenido sea), igualmente señalar las políticas de nuevos derechos: gais y lesbianas, por ejemplo. Pero parece ser que es poco moderno hablar y trabajar por lo que la izquierda se fundamenta: acabar con la pobreza. Yo me quedo con la frase de mi admirado Olof Palme: «Yo no quiero acabar con los ricos, quiero acabar con la pobreza». Por eso soy socialdemócrata.

Ahora,…. ya pueden lincharme.

Miguel Aguado Arnáez
Diputado PSOE Asamblea de Madrid

«Idiosincrasia en B» por Guillermo Infantes Capdevila

FOTO_GUILLERMOINFANTESNuestras tertulias las copan temas como la corrupción de los partidos, la mancha que esto supone para el buen nombre de España como país y la poca confianza que depositamos los ciudadanos en la política. En el Congreso de los Diputados, hace bien poco, salió al «ruedo» una nueva vocecilla que parecía ser el quita-manchas que todo lo limpia, se presentaron como UPYD y su proyecto político se basaba en retomar la política como herramienta de cambio, a base de un centralismo a ultranza y un rechazo en bloque a los privilegios del monopolio PPSOE.

Arremeten contra los Consejos de Administración, la corrupción, los sobres, los Gürtels, los Bárcenas… No es fácil no sentirse identificado con ellos a primera vista.

Son como ese chico que en la primera cita se te antoja fabuloso, al fin has encontrado la media naranja que te comprende, con la que compartes gustos y largas tardes comiendo helado.

Una vez avanzada la relación, descubres que su habitación es una pocilga y sus calzoncillos tienen zurraspa, que su madre profesa un odio incomprensible hacia tu persona y que mantiene un ligue online en paralelo a vuestra relación. Lo que conocías era solo fachada. Es el «quita-manchas» que aparece siempre a la izquierda en el anuncio, el que lo emborrona todo de manera sobrenatural y desafiando los límites de la higiene en el hogar.

En Alcobendas se posicionaron como segunda fuerza política en las municipales de 2011; encabezaba su lista el que había sido durante 24 años (6 legislaturas) Alcalde de la localidad con el PSOE, José Caballero. Su éxito fue indudable: Cinco concejales. El motivo: Una cabeza conocida y con prestigio político.

La doctrina de voto también existe en UPyD, y si no la sigues a rajatabla te pueden dar una reprimenda. En Alcobendas se les olvidó que José Caballero, ahora casi ex-portavoz del grupo municipal, les sirvió como patente de corso hacia una representación con peso en el pleno. Ha roto la doctrina de voto, se posicionó a favor de asumir, por parte del Ayuntamiento, la paga extra de los trabajadores municipales como un ‘plus’ de productividad, la cual les había sido denegada por orden del gobierno central.

Ahora Caballero está a punto de abandonar la portavocía de la corporación de UPyD por decisión de tres de los cinco concejales del grupo, y el líder del partido en el municipio, Miguel Ángel Arranz, asumirá esta labor que conlleva, dicho sea de paso, una subida considerable de sueldo.

UPYD decidió incluir a Caballero como cabeza de lista habiendo tenido un pasado socialista incuestionable, estando unos años en un Consejo de Administración (órgano que da mucho juego al discurso de UPYD), y siendo conocedores de su forma de hacer política que ellos tachan de «personalista» -quizás se refieran a lo contrario de «partidista»-. Lo que queda claro es que Caballero no es un hombre de partido.

Pero París bien vale una misa, y cinco concejales en pleno un buen líder al que luego tirar por la borda.

Eso es UPyD, desconocemos si tiene contabilidad bajo suelo, pero hay indicios de una idiosincrasia en B.

Guillermo Infantes Capdevila
Representante estudiantil UC3M
Área de Estudiantes del Consejo de la Juventud de Alcobendas
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