“Ni Zapatero lo hizo, ni Rajoy lo hará” por Antonio Quilis

FOTO_ANTONIOQUILISImaginen ustedes a alguno de nuestros mandatarios, Rajoy o Zapatero, dirigiéndose a la nación y, con un discurso bien estructurado, didáctico y exponiendo casos concretos y fundamentados, alertan de una grave amenaza que se cierne sobre su país y sobre el Planeta entero.

Seguro que se lo imaginan, sí. Proyecten la imagen de un presidente de un gobierno llamando a la responsabilidad colectiva para afrontar una grave calamidad. Seguro que se lo imaginan, sí. Habla un presidente de una nación relatando un problema que afecta a toda la población, que le puede tocar a cualquiera en cualquier momento y lugar. Seguro que se lo imaginan, sí. Pero si no se tratara de una declaración de urgencia acerca del terrorismo, del paro, de la violencia de género… ¿sobre qué otro tema podría versar tal declaración?

¿Imaginan a alguno de estos dos líderes nacionales hablando largamente a su país a través de los medios de comunicación sobre la amenaza que supone para los ciudadanos el cambio climático? No, seguro que no se lo imaginaban. Esto es lo que hizo Barack Obama el pasado 25 de junio con el anuncio de su ambicioso plan para bajar, de nuevo, las emisiones de carbono. Me quedo en el gesto, impensable en otros países, de lo importante que es comunicar algo, el impulso de dirigirse a la nación para plantear una mirada al futuro invocando los datos de que el cambio climático está ahí y alertando de que la acción del hombre es fundamental en él.

Llaman la atención los datos que se manejan en la declaración, los hechos fehacientes de que de los últimos 15 años, 12 han sido los más calurosos de la historia, la alarmante disminución del hielo en el Ártico o que “el nivel del mar, en Nueva York, en el puerto de Nueva York, es ahora un pie (30,48 centímetros) más alto que hace un siglo”.

Obama afirma en su declaración que los datos de la ciencia “acumulados y revisados en las últimas décadas, nos dicen que nuestro planeta está cambiando  y tendrá un profundo impacto en toda la humanidad”. Es significativo oír al presidente de una de las naciones más poderosas decir que el “97% de los científicos, entre ellos, por cierto, algunos que inicialmente cuestionaron los datos, reconozcan que el planeta se está calentando y la actividad humana está contribuyendo a ello”.

El convencimiento de Estados Unidos en mostrar que la riqueza basada en un futuro más verde y sostenible se apoyará en bajar aún más las emisiones, en las renovables, en la movilidad sostenible y en crear puestos de trabajo es envidiable. Un gran contraste con el camino inverso que se está realizando aquí. Obama habló a los ciudadanos, a los empresarios, mencionando directamente incluso a gigantes como GM, Nike y Waltmart. Por cierto, el presidente de Walmart, Mike Duke, apoyó la declaración de Obama con otro comunicado posterior.

Frenar el cambio climático, desde la economía, desde la acción política, ése fue el gran mensaje de Obama. Dentro de este discurso hay otras lecturas que no debemos olvidar. El coste económico y en vidas de los desastres naturales va a ir aumentando de una manera brutal y repercutirán indudablemente en el bolsillo de los contribuyentes.  Otro recado claro es que el ser más “verde” tiene un coste, y que producir de una manera más limpia será más caro y que esos cuantías deben ser iguales para todos e imputados por igual en la producción en los países desarrollados, en vías de desarrollo o en el tercer mundo. Es una cuestión global.

Sí, es razonable que los presidentes hablen a sus empresarios y a sus ciudadanos de tú a tú a través de los medios, dando directamente sus mensajes a la nación. El valor que significa que un máximo dirigente transmita su pensamiento semanalmente a sus conciudadanos es ya una diferencia abismal con lo que tenemos en nuestra casa. Comunica con una estrategia muy clara, apoyándose en el discurso en radio y televisión y en la imagen. Y sí, también en gráficos que llegan a tu correo a través de un boletín al que te has apuntado a través de la web de la Casa Blanca. Increíble, ¿no? Parece normal que se haga así… pero aquí no lo hacemos.

Me pregunto: ¿qué es lo que tiene que ocurrir para que nuestro presidente se plante delante de un micro o detrás de una cámara y nos hable directamente a todos los ciudadanos única y exclusivamente del cambio climático durante unos cuantos minutos? ¿Y para que nos plantee una estrategia clara e irreversible, un plan serio para bajar las emisiones de carbono?  Ni Zapatero lo hizo, ni Rajoy lo hará. Y si alguno lo hace, invito a unas cañas, ecológicas, al primer “presi” que lo haga.

Antonio Quilis Sanz
@AntonioQuilis
Director de El Mundo Ecológico

 

“Respeto, compromiso y responsabilidad” por Antonio Quilis

FOTO_ANTONIOQUILISTener la responsabilidad de informar es algo que los periodistas debemos, o deberíamos, disfrutar, llevar colgada del alma continuamente. Informar bien, añadiría este adjetivo, o correctamente. En la facultad nos pusieron el filtro a la objetividad, a la honestidad y a la imparcialidad… Sí, nos dijeron que la objetividad era inherente a la profesión… y seguidamente nos ponían a destripar las portadas de los periódicos para sacar los matices, o sus verdades, las diferencias ideológicas de una misma noticia en uno y otro medio. Provocaban a la imparcialidad. No tomar partido por algo… muy difícil en estos tiempos.

A ese ejercicio de informar como periodista, se añade la responsabilidad del medio de ser honesto y atractivo para sus lectores, de ser leído, de difundir “lo que pasa”. De faltar a la mentira. ¡Ya llevamos dos benditas cargas contabilizadas!

Pongamos una tercera. La del compromiso. La de creer en algo por lo que debes apostar como periodista, como medio, aunque intuyas que algunos, o muchos, no vayan a entender ese camino que has tomado. Lo agarramos fuertemente, porque es nuestro clavo, esté ardiendo, frío o lleno de puntiagudas aristas. Es por lo que luchamos.

Cambio de tercio. A finales de 2012 asistí a una dinámica “Diálogos por la Sostenibilidad”, creada por dos organizaciones, donde personas interesadas en compartir y dialogar en torno a un término tan variable y manido últimamente, la sostenibilidad, se disponían a creer en ella y a defenderla. Visualizamos, literalmente, en un ejercicio de conciencia plena, cómo sería el futuro si la humanidad hubiera puesto fin a las diferencias y se hubiera organizado para realmente salvar el planeta… Y el ejercicio continuaba… entraba en el campo de las emociones: “Imaginad cómo se lo contarías a vuestra descendencia, cómo fue ese proceso de cambio; relatadlo a generaciones nuevas que vienen a tomar posesión de su responsabilidad como habitantes de la Tierra”. Tuvimos que sentirlo. Tuvimos que compartirlo. Lo conseguimos. Fuimos responsables, y nos llenaba de orgullo contarlo a nuestros nietos. Fuimos valientes y nos abandonó el miedo a respetar la vida.

El proceso de cambio ha comenzado tímidamente. Primero, desde pequeños grupos valerosos de la ciudadanía, la inteligencia social provocadora del cambio. Después lo abanderaron unos pocos gobiernos más concienciados. Ahora empiezan a “convertirse” las empresas, las compañías, verdadero motor de cambio, responsables de muchas catástrofes y de muchos factores de transformación real. Son las que verdaderamente tienen en la actualidad el compromiso social y ecológico con la sociedad, las que mecen el mundo con sus manos. Respetadlo.

Antonio Quilis Sanz
Director de El Mundo Ecológico
Director de comunicación y marketing de El Bosque Madrid Sierra
@AntonioQuilis

 

“La calidad como valor para una comunicación con éxito” por Antonio Quilis

FOTO_ANTONIOQUILISAprovecha el momento: recurre a un elemento sobresaliente que te distinga, que sea diferente y, si puedes (y sabes) darle relevancia, hazlo. Son unas de las pocas claves que se pueden manejar para conseguir sobresalir en comunicación y marketing con mucho o poco presupuesto. El mayor valor es poder detectar un elemento que te brinde la oportunidad para sacarlo a la luz, la suficiente destreza e imaginación como para poder sacarle partido. La experiencia nos ha demostrado, que el ser pequeños es a la vez un punto a nuestro favor pero también una desventaja. Por eso, el aplicar pericia y originalidad a tus ítems de comunicación es imprescindible. Algo parecido nos ocurrió hace pocas semanas, aunque el trabajo previo realizado fue algo más largo, de más de un año.

El pasado mes de enero el hotel balneario El Bosque Madrid Sierra recibió en FITUR 2013 los diplomas que acreditaban el haber superado y ser merecedores de los distintivos de calidad SICTED para nuestras áreas de hospedaje / balneario y de restauración. Todo el proceso fue llevado a cabo gracias a la iniciativa, colaboración y apoyo prestados por ADESGAM (Asociación de Desarrollo Sierra de Guadarrama – Alto Manzanares).

El camino recorrido para la obtención de dicho reconocimiento fue de aproximadamente un año, donde la interacción cordial entre los miembros de la asociación y el equipo del centro, situado en Mataelpino,  fue vital para poder ser distinguidos. Las partes implicadas fuimos activas, tanto para implantar el sistema de calidad, como para promoverlo y contarlo en distintos foros, siempre desde el convencimiento de su gran valor como herramienta de gestión para proporcionar lo mejor para los clientes.

Y llegó la noticia de la concesión. Todo un éxito que debíamos comunicar. Un mes antes de la obtención ya nos activamos en contar a la sociedad, a través de los medios, que ya estábamos seleccionados y que pronto podríamos tener el veredicto.

El veredicto llegó y la noticia fue recibida por todos con gran alegría. Pudimos comprobar que nuestra excusa para comunicación era relevante, tenía fuerza. Ese día el comunicado que lanzamos a los medios llevaba un titular de peso: “Turespaña distingue a El Bosque Madrid Sierra por su compromiso con la calidad turística.

La repercusión fue positiva y fue recogida por medios especializados en turismo y los medios locales. Éramos conscientes de que estábamos comunicando varios valores que daban mayor peso a nuestra marca como hotel: calidad, destino y la fuerza de Turespaña y la FEMP.

Conseguimos algo más positivo todavía, por lo menos en cuanto a valor de marca se refiere. Durante las siguientes semanas tuvimos una mayor demanda de información de la habitual por parte de los medios y no precisamente preguntaban por el éxito conseguido. Aunque el haberlo obtenido fue determinante para ello. Los efectos “colaterales” de la distinción de calidad se dejaron sentir, ya que la mención de nuestra marca fue mayor, con otros elementos de comunicación muy diferentes a la consecución de SICTED.  Aparecimos, con gran satisfacción por nuestra parte, en medios nacionales, en recomendaciones como destino y reportajes un 25% más de lo habitual con respecto a las mismas fechas del año anterior.

Un hecho de relevancia para la empresa, para la marca, y para los clientes, el implantar un sistema de calidad y ser reconocido por ello nos produjo más satisfacciones de las inicialmente pensadas.  Pudimos y supimos obtener el éxito aprovechando la oportunidad brindada.

 

Antonio Quilis Sanz
Director de comunicación y marketing de El Bosque Madrid Sierra 
Director de El Mundo Ecológico
Twitter: @AntonioQuilis

La ansiedad de conducir un híbrido y un eléctrico

FOTO_ANTONIOQUILISEl mercado de los coches eléctricos  e híbridos da lugar a multitud de investigaciones, desarrollos y estudios con el fin de establecer estrategias de mercado, conocer comportamientos y marcar los futuros pasos para las marcas y los operadores de carga.

La compañía Ecototality está desarrollando un estudio en los Estados Unidos, que ha sido desvelado por el New York Times, con el fin de establecer la red de necesidades de recarga eléctrica en el mapa midiendo el comportamiento de cerca de 6.000 vehículos. Según el informe las dos marcas mayoritarias que han participado en este experimento han sido el híbrido Chevrolet, con el Volt, y el eléctrico Nissan con el Leaf. Para hacernos una idea, las dos tecnologías que están siendo el foco de atención y de desarrollo de prácticamente todas las marcas. 

Pero los verdaderos protagonistas han sido los propietarios de los vehículos, al prestarse a este experimento y, a cambio de prebendas,  ceder multitud de datos en cada recarga. Entre ellos hay que destacar, entre muchos datos, uno sorprendente acerca del comportamiento de las recargas entre ambas tecnologías.

Los analistas de Ecototality han  resaltado que los conductores de los híbridos denotan un comportamiento un tanto más ansioso en las frecuencias de recarga que los de los vehículos eléctricos (V.E). Aunque parezca mentira los conductores de coches híbridos como el Volt psicológicamente sienten más preocupación que los que conducen un eléctrico y creen necesario visitar más los puntos de recarga o las gasolineras.

Según los resultados, un conductor de V.E. conecta de 1 a 1,1 veces al día, mientras que el conductor del híbrido se conecta un promedio de aproximadamente 1,5 veces un día.

Los conductores del Volt tienden también a conectar cuando más cuando están fuera de casa un 21 por ciento de las veces, en comparación con los conductores de eléctricos, que cargan fuera de casa sólo el 11 por ciento de las veces. Si la motivación es económica, ambiental o psicológica aún no está claro, pero lo que está claro es que los conductores de híbridos están tratando de maximizar el uso de la electricidad, que, obviamente es más barata, y les obliga a visitar más los enchufes.

En general, ambos grupos tienden a visitar las tiendas unas tres veces más a menudo y gastan el doble de tiempo que el cliente medio. También los conductores de  los V.E. tienden a visitar las estaciones de recarga aunque su autonomía les permita ir más lejos todavía, lo que hace que las visiten con más frecuencia de lo necesario.

Las personas que tienen los cargadores en casa tienden a usarlo más que los dispositivos de restaurantes y tiendas, por ejemplo. Generalmente se cargan por la noche y los coches suelen permanecer conectados mucho más tiempo del que se necesita para llenar la batería para cubrir el monto de la conducción que van a realizar al día siguiente.

Estamos ante nuevas formas de hábitos de conducción que los implicados en el proceso empezarán a analizar y a sacar partido. Seguro.

 

Antonio Quilis Sanz
@AntonioQuilis
Director de El Mundo Ecológico 
Director de comunicación y marketing de El Bosque Madrid Sierra
 

«Alerta, ¡cuponing!» por Antonio Quilis

No se preocupen. Que no cunda la alarma. Ésta es una alerta preventiva. Todos los que hayan practicado el “cuponing” no tienen  porqué tomar ninguna medida de precaución. Es contagioso, pero se pueden, por lo menos, mitigar sus efectos. Yo, confieso, también he sido víctima de esta fiebre del “opportunity low cost”, pero con algo más de estilo, desde ambos lados del mecanismo que conforma este tipo de consumo

Para todos aquellos que ahora mismo no sepan si están “infectados” por este movimiento, no pidan cita al médico, él no podrá remediarlo. De hecho, cada uno debemos ser nuestro propio facultativo que, por lo menos, pueda identificar los síntomas y tener un diagnóstico.

¿De qué estamos hablando? Nos referimos a los cupones de descuento, una práctica comercial proveniente de los Estados Unidos cuyo origen está en los cupones que ofertan los supermercados y en los restaurantes a través de campañas publicadas en periódicos o folletos… Incluso hay quien dice que lo inventó Coca Cola para conseguir descuentos en los bares donde se anunciaba la oferta y donde se podía hasta conseguir un refresco gratis presentando el papelito. Más tarde, con el crecimiento de Internet, este fenómeno se trasladó a la Red con el movimiento que se denominó comercialmente “compra colectiva” para rebajar el precio de los servicios gracias a un movimiento de demanda en grupo. Un negocio que factura miles de millones… al mes.

Actualmente, a mi humilde entender, este proceso de compra está completamente desvirtuado de su formato original y está creando y fomentando prácticas, a la luz de la crisis, que desembocan, muchas veces, en campañas muy nocivas para el tejido comercial y para los propios consumidores. Cada vez hay más y más compañías que ofrecen los cupones y que especializan sus ofertas en determinados campos. Cada vez hay más y más compradores de cupón que se callan el haber realizado la compra por este método hasta no haberlo experimentado.

Creo que es conveniente que se conozca el proceso de cómo se contratan estas acciones comerciales que yo mismo he atendido y realizado desde los dos bandos. La empresa recibe una llamada de la compañía que procesa los cupones. Te demandan que promociones tu local o marca con uno de tus servicios aplicándole una rebaja brutal para que la oferta funcione de cara a tus futuros clientes. Las rebajas que te demandan los grandes grupos de cupones deben ser inferiores al 40% o 50% del precio original. De hecho intentan convencerte de que el 50% de descuento es poco.

Si el servicio vale 100€, pongamos como ejemplo, debes ponerlo a 50 o 40 €. He comprobado hasta más del 70% de descuento en algunos sitios. Sigamos. Del precio publicado con descuento la compañía se lleva el 50%. Es decir si el servicio está a 100€ al final cobrarás 25€ por el mismo. Muchas veces no merece la pena.

En teoría debes ofrecer el servicio en las mismas condiciones que el normal… Desde una de las grandes compañías me han llegado a ofrecer descaradamente que en realidad podemos recortar la duración del mismo para que el coste sea menor aunque el servicio se denomine igual. Mi reacción fue, ante tal propuesta, que bajo ningún concepto se debe aceptar una bajada de calidad del servicio. Se supone que esa prestación al cliente se monta con unos parámetros de calidad, duración y protocolo determinados donde se ha fijado el sentido del mismo y la filosofía de tu negocio.

El cliente, enganchado ante esta megaoferta, compra on-line el servicio e inicia el tedioso proceso de reserva. He llegado a ver compras de cupones para un alojamiento en estaciones de esquí con forfait incluido que al final el establecimiento te ofrecía la estancia con un senderismo… en julio. Al final, los más perjudicados llegan a ser los clientes y la imagen de las empresas que ofrecen el servicio. Un vistazo a los muros de los Facebook de estas compañías puede dar una idea de las quejas que se dan en los mismos.

Una advertencia. La primera oferta que lanzas en estos canales funcionan muy bien en cuanto a demanda, lo que ciega al empresario, ya que la compañía de cupones te lo posiciona tremendamente bien para que vuelvas a recurrir a sus servicios. Luego la intensidad y éxito de las campañas va progresivamente siendo menor, sorprendentemente, con la misma oferta, lo que te obliga a ser más agresivo.

Mis recomendaciones, para unos y otros, serán muy sencillas.

Para los clientes que quieran disfrutar de las ofertas. Asegúrense de que el servicio ofrecido existe previamente en la cartera o tarifario del negocio, que la rebaja es real y que el producto que vayamos a disfrutar será de la misma duración y calidad que sin descuento. Lean bien  todas las condiciones de compra y de reserva.

Para las empresas y los comercios que quieran adherirse a estos programas de descuento, los siguientes consejos pueden ser útiles. Utilícenlos cuando realmente lo necesiten: lanzamiento de un nuevo producto, captación de base de datos clientelar,  cubrir demandas valle o como facturación extra. Elijan bien la plataforma y conozcan bien al cliente que está adherido a estos programas de cuponing. Sí, también existen perfiles de clientes en estos negocios.

En esta época de consumo difícil es fácil caer en este tipo de redes. Tener la cabeza fría a la hora de comprar o de decidir poner nuestro producto en estas dinámicas es fundamental Alerta finalizada.

Antonio Quilis Sanz
@AntonioQuilis
Director de El Mundo Ecológico 
Director de comunicación y marketing de El Bosque Madrid Sierra

“Gestos” por Antonio Quilis

Hace tres años visitaba Asturias y me topé con la celebración del renombrado descenso internacional del Río Sella. Más bien llegué un día después, al día siguiente de la “fiesta”. Desde luego tuvieron que ser unos festejos bastante sonados, sobre todo por el estado en el que quedó la zona de acampada y aledaños.

Mi corazón no daba crédito al ruinoso estado del recinto. Era desgarrador el ver cómo aquel campo estaba sembrado de plásticos, botellas y bolsas por doquier, había sido transformado por el “bienestar” del ser humano. No me entraba en la cabeza que, un lugar,  donde se suponía que se realizaba una fiesta deportiva, lúdica, que gira en torno a un río y se supone le rinde culto (elemento clave de la Madre Naturaleza), fuera atacado de tal manera.

Hablamos de gestos. A estos campistas, por llamarlos de alguna manera,  no les tembló la mano a la hora de plantar las piquetas de sus tiendas de campaña y de dejar la huella en aquel entorno. Vivieron allí unos días y no supieron ni recoger su propia inmundicia. Qué falta de tacto para quien te acoge…

Seguro que todos tenemos más ejemplos de este calibre… Las malditas colillas en la arena de la playa o, las incendiarias, en cualquier cuneta, las latas en los ríos, el macarra que lanza alegremente la bolsa de plástico en el campo…

Cambio de escenario. Estuve pasando el día en una impoluta estación de trenes madrileña observando la curiosa mecánica de depositar un desecho en una papelera. No fue mi principal labor esa jornada, pero me dediqué a observar gestos también. El cubo en cuestión estaba compartimentado en tres, con los colores correspondientes al tipo de basura que caería en ellos: naranja (orgánico), azul (papel) y amarillo (plástico).

Era curioso ver las distintas reacciones de los viajeros de Chamartín ante el hecho de depositar su basura. La gran mayoría, por sus reacciones, esperaban un cubo, con un solo orificio donde “encestar” su residuo. Marcha hacia el cubo, acercamiento, alzada de mano y… congelación del tiro in extremis. Posteriormente, el ejercicio de ser responsable (el tirar el desperdicio a una papelera es ya un buen ejercicio de correcta ciudadanía) tomaba distintos caminos, dependiendo de las decisiones del actor.

Prácticamente todos tenían que pensar a qué color correspondía su basura. Azul, naranja, amarillo… La mano se quedaba suspendida en el aire un poco más de tiempo del “necesario”, apenas unas décimas. En una rápida contabilización mental prácticamente todos los que se paraban a pensar lograban embocar correctamente. Los que no pensaban, o no se fijaban que había que decidir, malograban el tiro, no había intención de soltar correctamente en el color correspondiente.

La diferencia entre el gesto responsable y el irresponsable estribaba en apenas unas décimas de segundo de nuestro apreciado tiempo. ¿Tanto vale nuestro tiempo?

Antonio Quilis
@AntonioQuilis
Director de El Mundo Ecológico
Director de comunicación y marketing de El Bosque Madrid Sierra

 

“No quiero crecer” por Antonio Quilis

Lo reconozco, no quiero. No quiero crecer. No hablo de mi altura ni de mi madurez. No quiero gastar más, ¿no puedo y/o no me dejan? Quiero que desaparezca la presión consumista, que los datos de crecimiento sean negativos y que los índices de precios también. Que las ventas caigan en picado. Que bajen los precios de los servicios. ¿Qué caiga más la bolsa? ¡Sí! Que baje la hipoteca del banco que tiene mi casa.

Quiero que se recicle más gastando menos. Quiero eliminar al contaminador y premiar lo natural. Quiero menos desplazamientos en coche y que a su vez consuman menos CO2. Deseo ver un consumo responsable y que los recursos sean más abundantes, no para ser explotados, sino para ser disfrutados desde la necesidad más básica. No quiero, quiero, no quiero….

No me apetece seguir en el modelo actual de desarrollo económico. Nos han acostumbrado a que lo lógico y normal es que todo crezca, que el contexto económico válido y lógico sea el crecimiento. Deseo todo lo contrario, lo que significa decrecimiento sostenible, por encima de todas las cosas, sin menoscabar la salud, la educación y el equilibrio natural de la existencia de cada uno de nosotros.

Dos ideas: seguir viviendo consumiendo menos. Disfrutar cada vez más de la vida gastando menos. Parece que todo esto es imposible y puede que lo sea. Esta desordenada lista personal de anhelos que se contradicen y que suenan a utopía me confunde. Pero me hace pensar que algo no funciona en nuestro sistema. En los últimos años, hemos tenido que crecer, gastando lo que no teníamos. ¿Estamos locos? Creo que ahora nos toca decrecer de una manera sostenible. Con orden.

La necesidad de ser eficientes: no al recorte

Desde el más absoluto desprecio a la desidia sale mi siguiente reflexión. Hace meses que se airean y se aplican los recortes institucionales y aparecen cada vez más datos para cuestionarnos la validez de algunos gestores. Ahora van a ver dónde está el derroche, el sinsentido del gasto, pero no desde la responsabilidad y la eficiencia. Hace unos días, Metro de Madrid envió una nota de prensa en la que se hacía gala de una sorprendente acción de ahorro: se decide que se van a apagar las luces, las máquinas expendedoras y las escaleras mecánicas cuando no se usan (de noche) y se instalará iluminación de bajo consumo. Increíble que nadie se percatara hasta ahora de este derroche inexplicable que no pondríamos en práctica ni en nuestra propia casa. Se aplica el ahorro dentro de la necesidad de no gastar y recortar, no desde una necesidad anterior por ser más eficientes, de consumir lo imprescindible. Cuando se «crecía» no había necesidad de eficiencia. Sólo de malgasto. En estos momentos, las empresas aplican las medidas de eficiencia como política ambiental, pero detrás de ellas existe un claro ánimo de ahorro. Todo lo que no se consuma no se gasta, nos deja mayor margen para el beneficio o para ser más competitivos.

Desde hace siglos, en nuestro Planeta, lo natural parecía que todos los estados, las empresas y las personas buscaran el crecimiento -económico, geográfico, demográfico, personal…- como fórmula de éxito y como forma de vida. Lo que se denominaba el progreso. Pensando un poco en la evolución de la humanidad, nuestro instinto natural de supervivencia, una vez superados los peligros básicos, se ha movido hacia la persecución del bienestar. La tarea de sobrevivir ha desaparecido cuando creíamos tener domada a la Naturaleza. Ha aparecido la enfermedad por tener, poseer y acumular. Enfermedad que en menor o mayor medida todos padecemos.

Tener más, crecer y gastar

Es muy importante para el sistema que se perciba esta búsqueda del bienestar como el acaparamiento de más cosas, más patrimonio, más saldo en nuestra cuenta, mejor empleo y salario y mejores perspectivas de vida. No hago distingos ni de países ni de economías, porque el sistema actual incita a la mejora económica personal y colectiva, en prácticamente todo la Tierra, aunque hablemos de zonas del mundo sumidas en la pobreza. Nos estamos vendiendo a nosotros mismos un modelo de consumo y desarrollo basado en tener más, crecer y gastar. Tener, crecer más y gastar. Tener, crecer y gastar más. Y así cíclicamente, incansablemente, hasta agotar lo que parecía inacabable.

Una vez sumidos en tan pasmoso estado de posesión, en esta crisis nos entran los miedos por perder cosas, bienes o estatus. Creo que el acojone actual, es un miedo basado en el apego a la propiedad y a las situaciones. En la actualidad, todos tienen pavor a no tener, a menguar, a decrecer. Como dice una amiga mía “este miedo te pasa por tener cosas. Si no las tuvieras no manifestarías el miedo a perderlas”. Toda la razón del mundo en esa frase. La última reflexión: tenemos pavor a perder porque tenemos algo y porque también nos incitan el miedo a dejar de tener, a sentir el vacío.

Una economía sostenible está basada en poder atender a todos sin hipotecar los recursos. Un desarrollo sostenible no puede estar ligado a la palabra crecimiento. Esta verbo, crecer, significa gastar más.

Arruguémonos, mengüemos y adoptemos un tamaño natural y lógico. Sea feliz con menos.

Antonio Quilis Sanz
@AntonioQuilis
Director de El Mundo Ecológico
Director de comunicación de El Bosque Madrid Sierra

“Mis calzoncillos bio” por Antonio Quilis

Gracias suegra por haberte acordado de mi y regalarme dos paquetes de calzoncillos por el día de mi cumpleaños. Curioso regalo, pero tal y cómo está el entorno económico se agradece el detalle de recibir 8 unidades de prendas íntimas… Todavía me llama más la atención que me haya regalado una prenda interior elaborada con algodón orgánico. Sí, recibo unos calzoncillos biológicos, como los que me gustan a mi. Una prenda, marca blanca de una gran superficie, con mucho contenido en su interior…

Aunque pueda sonar un poco a sorna y puede que hasta alguna sonrisa habré arrancado a algún lector, estamos ante un tema muy serio. Además de la alimentación, otro de los factores que más despiertan la preocupación es nuestra segunda piel. Es el envoltorio que nos define, nos marca un estilo y nos protege. Las prendas están en contacto permanente con nuestro cuerpo, con nuestra piel, arropando hasta las zonas más íntimas.

No duden en imaginar cómo se producen los intercambios entre nuestro cuerpo y lo textil, sustancias que se adentran en nuestro organismo, como la de los desodorantes, e interactúan con nuestra piel. Cada vez más personas buscan prendas con sellos orgánicos sin ningún tipo de tratamiento químico para paliar o evitar alergias. Recientemente publicamos una entrevista a Rocío Herrero, emprendedora e impulsora de la marca eco ISSIE, en la que nos cuenta que son las mujeres las que más buscan este tipo de ropa porque son las más sensibles a los productos y padecen más reacciones a las prendas “convencionales”.

El regalo en cuestión llevaba colgando la etiqueta con el sello «textiles de confianza». Un vistazo a la página de Oeko – Tex nos proporciona una idea de la cantidad de sustancias tóxicas que pueden alojarse en las prendas convencionales y ser susceptibles de ser hasta cancerígenas. Para proporcionar una razón más a este escrito aparentemente tan íntimo, no hay que olvidar que la industria textil es, tras el petróleo y el café, la tercera materia prima con más importancia global y pongo, como ejemplo, el impacto ambiental tremendo que se produce en China.

Otro detalle, que me da más razones para realizar compras con conciencia, es la mención en la etiqueta de mis nuevos calzones que me anuncia que el algodón está desprovisto de OGM (Organismos Genéticamente Modificados). ¡Ahí es nada!

Antonio Quilis Sanz
Director El Mundo Ecológico 
Director de comunicación y marketing El Bosque
@AntonioQuilis