“Municipalismo con mayúsculas” por José María Fraile

Hace unos días asistíamos a la configuración de la nueva ejecutiva de la FEMP, una organización que lógicamente, se ha visto marcada por el nuevo mapa municipal que resultaba de las pasadas elecciones locales y autonómicas. El resultado era previsible si traducimos la supremacía conservadora que existe en los órganos de dirección de dicha federación.

El envoltorio del próximo mandato no será otro que el que nos está proporcionando esta maldita crisis que afecta a todo el espectro social e institucional, no sólo en este país sino fuera de él.

Las ciudades españolas han contribuido sobresalientemente al asentamiento de la democracia, a la configuración y a la consolidación de nuestro sólido sistema de bienestar. Es allí, en las ciudades, donde se produce de forma concreta el desarrollo de la actividad económica y empresarial y donde se viven día a día los principios de libertad, solidaridad y cohesión.

Sin embargo, este ámbito territorial es considerado por algunos el ‘hermano pequeño’ de la organización, quizás por el número de habitantes que aglutina o simplemente, por el hecho de denominarnos “Ayuntamientos”. Quizás se olvidan que es precisamente en estos pueblos y ciudades donde mejor se ha interpretado la complicada situación actual, y esto se ha logrado por la cercanía que tenemos con los que aquellos que peor lo están pasando.

Sin embargo, es también en estos pequeños lugares donde tiene que producirse el cambio de tendencia para lograr, entre todos,  un futuro sólido y estable en lo económico y en lo social.

Esta situación no nos pone fácil la tarea a aquellos que desempeñamos nuestro trabajo en la administración local pero sí nos sitúa en la mejor posición para asumir los errores que se han cometidos en el ámbito municipal y para no tolerar ni un minuto más, la falta de compromiso de las otras dos patas del Estado: El  Gobierno Central y las Autonomías.

Necesitamos un compromiso que no es otro que la realización de una clara reforma de la Ley de Bases de Régimen Local: Falta claridad en la definición y financiación de los servicios y las competencias municipales.

No quiero trasladar un mensaje de estúpido auxilio sin más. Sólo quiero decir que ha llegado el momento de entender algo muy simple pero necesario: hay que contar con las pequeñas administraciones que tienen el potencial de poner en marcha y activar sobre el terreno, de manera ágil y concreta, las estrategias y políticas que contribuyen al desarrollo y el crecimiento de este país.

Para ello tan sólo necesitamos algo tan sencillo como que nos escuchen y que crean de verdad en el municipalismo.

José María Fraile, alcalde de Parla

“El momento de las personas” por José Carlos Boza

Como una piedra en un estanque. Así se puede considerar el impacto de la crisis económica y financiera en España. Como una enorme roca que cae en las aguas tranquilas del tejido social de nuestro país, sustentado en las bases marcadas por anteriores Gobiernos del Partido Popular.

La crisis económica se basa en números, en magnitudes, en la interpretación de unas indeterminadas variables; y, en contra de lo que pudiera parecer, esas cifras no concretan la realidad, sino que la convierten en más abstracta y lejana.  Por eso, yo no quiero hablar de números, sino de personas.

Un muerto es una tragedia y mil una estadística. Esta cínica frase, atribuida al dictador Josef Stalin nos muestra precisamente cómo no hay que interpretar el baile de números con el que nos bombardean. Por tanto, no debemos pensar en los 4.226.744 parados registrados en España el pasado mes de septiembre como una cifra sino como 4.226.744 dramas familiares que, muy a su pesar, han protagonizado la mayor subida del desempleo al final del verano de los últimos 15 años.

Los ayuntamientos, como administración más cercana al ciudadano, somos los primeros en enfrentarnos al drama personal de esos más de cuatro millones de seres humanos; somos los que tenemos que afrontar la crisis doméstica de nuestra ciudadanía. Todo un reto.

En Valdemoro hemos asumido este desafío con un profundo sentido de la responsabilidad y desde la coherencia de negarnos a que las consecuencias de los despropósitos de ocho años de gestión del Gobierno de la Nación las paguen siempre los mismos.

Por eso, en este Ayuntamiento compaginamos el respaldo a la ciudadanía desde lo público, con el mantenimiento de los servicios sociales, y el impulso a nuevas propuestas de negocio, autónomos y emprendedores, sabedores de que de ellos depende la creación de empleo y riqueza.

Se dice que el margen de maniobra de los ayuntamientos en la lucha contra el desempleo, especialmente en estos tiempos de dificultades, es limitado. Bien, ese es otro de los paradigmas que debemos romper. El objetivo, sea cual sea el ámbito de responsabilidad en el que nos movamos, debe ser dar lo máximo, poner todo de nuestra parte para combatir esta lacra cuya erradicación tiene que ser un elemento aglutinador de toda la sociedad. Porque, si lo que es una terrible crisis económica se convierte también en una crisis de autoconfianza, de compromiso o de solidaridad, será entonces cuando el problema habrá saltado de los mercados a los individuos.

Frente a ese desánimo, es el momento de políticas que sustituyan a modelos que se han evidenciado como ineficientes, de nuevas actitudes, de recetas que ya han demostrado su validez, de terminar con el despilfarro y de mirar al futuro con optimismo. Así, el tiempo de los números habrá pasado y llegará nuestro momento; el momento de las personas. La elección está en cada uno de nosotros.

José Carlos Boza Lechuga, Alcalde de Valdemoro.

«Huelga en la enseñanza, ¡qué vergüenza!» por Antonio Hernández Guardia

Estoy viviendo con extraordinario interés la huelga que mantienen los profesores de Secundaria estos días e intentando ponerme en su lugar para comprenderlos mejor. Tengo que reconocer que no lo consigo y sólo encuentro razones o, mejor dicho, excusas para realizarla.

Confieso que soy profesor de secundaria de un Centro concertado y aunque a algunos les pese, me considero que pertenezco a la enseñanza pública, con menos sueldo, más horario, más exigencia pero con la misma responsabilidad que los profesores de la «pública» oficial. Dicho esto, seguro que todos comprenderán mi posición.

La huelga ha sido convocada ante la decisión de la Comunidad de Madrid de aumentar el horario lectivo en dos horas, es decir, pasar de 18 a 20 horas. Reconozco que esta medida no le guste a nadie pero está dentro de la legalidad y además, muchos profesores de secundaria llevamos años dando más de veinte horas lectivas y no se nos caen los anillos. En tiempos de crisis todos debemos arrimar el hombro. No creo que traiga aparejada la hecatombe como anuncian de forma apocalíptica los sindicatos.

Nos dicen que «se quieren cargar la enseñanza pública» y anuncian recortes y deficiencias por todos sitios pero en realidad no ponen sobre la mesa o hacen públicos cuales son los recortes, salvo problemas organizativos de los Centros o problemas de reparto de materias y horarios ¿Acaso los profesores no estamos capacitados para dar alguna materia anexa a nuestra especialidad? o ¿es que es más cómodo no hacerlo?

No quiero hacer ninguna comparativa con otras Comunidades porque entonces el diferencial sería espectacular a favor de Madrid, pero si les pido a mis compañeros de profesión que recapaciten y piensen en todo ello. A los Sindicatos, sobre todo a los de clase, no les pido nada. No creen en la libertad de enseñanza y eso para mi ya lo dice todo, pero si deben de darse cuenta que no pueden caer en mayor desprestigio ante los ciudadanos con sus dobles raseros para convocar huelgas según el color del Gobierno.

Por favor, un poquito de reflexión, de sensatez y pensemos más en los chavales que están perdiendo las clases, en los millones de parados y menos en nuestras tendencias políticas y en eslóganes trasnochados que ya no se cree nadie.

Antonio Hernández Guardia, profesor de educación secundaria

“La crisis no justifica todos los recortes” por Manuel Robles

A estas alturas a nadie se le oculta la necesidad ineludible de reducir déficit público, y plantearnos desde todas los niveles de la administración pública planes de saneamiento y ahorro en las cuentas públicas para garantizar la sostenibilidad del Estado de Bienestar para el presente y el futuro. Esta necesidad debe conjugarse con otra que es difícil y compleja, como es la reducción de la tasa de paro, al menos a corto plazo.

Pero la crisis no debe servir como excusa para que desde los gobiernos conservadores del PP se pretenda introducir elementos perversos de reducción de gasto público en materias tan esenciales como es la educación, la sanidad, o las prestaciones sociales. Podemos y debemos, eso sí, racionalizar su gasto y hacer los servicios más eficientes. Pero no aprovechar la crisis para recortar y desprestigiar lo público y potenciar lo privado a costa de los recursos de todos los españoles.

El mapa político que sale de las urnas del pasado mes de mayo nos dejó una panorámica de gobiernos conservadores del PP, a nivel autonómico y local, casi en la totalidad del Estado Español. No es de recibo que estos gobiernos pretendan utilizar la crisis, o la satanización de los gobiernos anteriores, para introducir recortes drásticos en servicios esenciales y eludir el mandato de las urnas, que no es otro que el gobernar para mejorar la situación de las personas.

En el ámbito de la Comunidad de Madrid hemos tenido el ejemplo más elocuente de estas actuaciones en lo que no es solo una reducción de recursos públicos en Educación, sino algo mucho más grave en el fondo. Hemos asistido a toda una campaña contra la Enseñanza Pública, expresada en el ataque a profesores y sindicatos, difamándolos y tratando de alimentar en la sociedad sentimientos ruines y perversos sobre su labor y su trabajo. No es de recibo en ninguna democracia que los gobernantes difamen a los servicios públicos del Estado y a su tejido social. Eso solo lo hacen aquellos malos gobernantes que, como es el caso de Esperanza Aguirre, tienen además unas ideas muy ultraconservadoras y solo piensan en como pueden potenciar la enseñanza privada confesional sobre la pública.

Estamos en otro proceso electoral de primera magnitud, como son las Elecciones Generales. La ciudadanía debe estar atenta para no ser engañada por aquellos que prometen lo que no pueden dar, lo que no dan allí donde gobiernan. Deben exigir transparencia y claridad a los candidatos y candidatas, para que no ganen votos o las elecciones sin saber que van a hacer realmente si llegasen a gobernar. No es el momento de las subastas de quien da más, sino de quien es más transparente, más directo con la ciudadanía. Y sobre todo quien le garantiza una sostenibilidad del Estado de Bienestar, basado en el reparto progresista y equitativo de la fiscalidad, en función de los ingresos que tenga cada persona. No podemos reducir cargas fiscales a los que más tienen y dejar la carga principal en las rentas del trabajo y en el desamparo a los más desfavorecidos. ESTO NUNCA, BAJO NINGUNA EXCUSA

Manuel Robles Delgado, alcalde de Fuenlabrada