“El bipartidismo en crisis se resiste a desaparecer” por Esperanza Fernández

Esperanza Fernández, portavoz UPyD GetafeLas últimas encuestas publicadas estos días dibujan un panorama en la Comunidad de Madrid, de cara a las próximas elecciones autonómicas de mayo de 2015, muy diferente al actual. Si algo podemos dar por seguro es la pérdida de la mayoría absoluta por parte del PP. También podemos dar por seguro que el PSOE no capitaliza esa pérdida de apoyo electoral del PP sino que baja sus expectativas electorales respecto a las pasadas elecciones. Al mismo tiempo, UPyD e IU ascienden y otros pueden entrar en liza. Madrid ejemplifica muy bien una tendencia que es imparable en todo el país y las próximas elecciones europeas van a ser un buen banco de pruebas de ello.

Por esta razón, a medida que van saliendo a la luz encuestas como esta, encuestas en las que se va poniendo de manifiesto que el modelo bipartidista está en franca quiebra, las resistencias de ambos partidos a verse desplazados se refuerzan. Los principales medios de comunicación, especialmente las cadenas de televisión que siguen siendo la principal fuente de información de la mayor parte de los ciudadanos, están ofreciendo estos días, con motivo de la precampaña europea, un lamentable espectáculo de ninguneo de los llamados partidos minoritarios, precisamente por el peligro de que dejen de ser minoritarios. Hay 39 candidaturas pero, viendo los informativos, se podría pensar que solo hay dos. La labor de información, que debería ser el objetivo, se ignora en beneficio de la propaganda de los dos partidos mayoritarios, sin temor, al parecer, a la opinión de un espectador hastiado de ambos y de sus falsas polémicas, y hastiado también de sus voceros. Y sin medios de comunicación libres la democracia es deficiente y quien pierde es el ciudadano al que se le restan opciones.

El modelo de bipartidismo imperfecto que se diseña en la Transición se ha legitimado desde siempre con el argumento de la estabilidad que propicia, frente a la inestabilidad que entrañaría un modelo multipartidista. Los años y la experiencia vivida han demostrado que los dos grandes partidos han dejado el Estado en manos de los nacionalismos periféricos y así nos han llevado a la grave crisis del modelo territorial. Además, y en estrecha conexión con ello, esa estabilidad ha servido para que alcancemos las cotas más altas de la miseria. ¿A quién puede convencer ya el argumento de la estabilidad? La estabilidad como razón de la democracia imperfecta podría encandilar a muchos ciudadanos si viniese acompañada de prosperidad, pero lo cierto es que esas maquinarias anquilosadas de los viejos y grandes partidos nos han conducido a la pobreza y a la pérdida de bienestar. El argumento no vale ya, si es que alguna vez ha valido.

Las épocas de cambio son traumáticas para muchos intereses creados pero, al final, se acaba imponiendo la necesidad y ahora tengo la convicción de que esa necesidad nos lleva a otras fórmulas, otras mayorías políticas. Si los viejos partidos saben renovarse tendrán una opción. De lo contrario, están condenados.

Esperanza Fernández Acedo
Concejal portavoz Grupo Municipal de UPyD Getafe

“Ojalá fuera un cuento” por Tomás M. Serna

FOTO_TOMASMARTINSERNA(Pero no lo es; por desgracia… Más parece una pesadilla, que está durando demasiado, y de la que no saben o quieren (o ambas cosas) hacernos `despertar´ para que no siga causando más damnificados.)

“Érase una vez un reino situado en los confines de un antiguo y privilegiado continente, admirado y envidiado desde tiempos inmemoriales por naciones vecinas y lejanas por multitud de motivos, y que en tiempos remotos había sido uno de los países más ricos y poderosos del mundo, hasta tal punto que uno de sus monarcas acuñó el vanidoso dicho de que en su vasto imperio `nunca se ponía el sol´.

       Pero he aquí que de un tiempo a esta parte el caprichoso destino y la diosa Fortuna le habían dado la espalda, y una racha de calamidades se cebaban despiadadamente sobre el desdichado reino. Justo es reconocer que aunque gran parte de esos desastres se debían a la inepcia y desidia de sus gobernantes, también era verdad que causas ajenas habían influido de manera fatal para su catastrófica situación; entre otras las brujerías, vilezas y perfidias llevadas a cabo por los hados malignos del poderoso y tenebroso reino de Wall Street a través de maniobras y hechizos basados en el capitalismo salvaje y el ultraliberalismo deshumanizado. O las mezquinas medidas impuestas por la Gran Maga, Frau Merkele; bruja mayor del prepotente Imperio Teutónico, un inmenso territorio que había logrado el vasallaje de casi todos los países del susodicho continente.

     Sin embargo, las causas mayores para el nefasto statu quo que sufría el reino se debían a las políticas que aplicaban sus gobernantes que, gracias a su mayoría absoluta, podían hacer lo que les diera la gana; pasándose por el arco del triunfo la voluntad y aspiraciones del pueblo, e incumpliendo sistemáticamente y sin el menor pudor un montón de promesas y ofrecimientos electorales.

     Por tanto, aunque resultaba escandaloso, las políticas laborales habían propiciado de manera flagrante el comportamiento inadmisible de muchos empresarios que, gracias a ellas, abusaban de los trabajadores con contratos viles y remuneraciones miserables ante la mirada indiferente de los responsables gubernamentales. Muchas empresas cerraban sus puertas o despedían a parte de sus empleados ante la crisis galopante y el círculo vicioso de la caída de la demanda de productos de consumo, y el agravante de no conseguir créditos por las barreras impuestas por las entidades financieras para frenar los riesgos de deuda y morosidad.

     Simultáneamente, miles de ciudadanos eran desahuciados de sus viviendas al no poder cumplir con sus gastos hipotecarios por carecer de ingresos al perder sus trabajos. Los gobernantes miraban ajenos a otro lado, al mismo tiempo que inyectaban miles de millones de euros en las entidades bancarias para sacarlas de su ruinosa situación debida a sus malas prácticas, desfalcos y corrupciones.

     Y eso precisamente: la corrupción, política y financiera, había llegado a alcanzar un nivel extraordinario e insostenible en la historia del reino; hasta tal punto que centenares de gerifaltes estaban imputados en procesos judiciales, e incluso familiares allegados a la monarquía estaban enfangados en ella.

       La situación de desempleo ocupaba el triste honor de ocupar el primer puesto en el ranking de paro laboral entre los países y reinos colindantes. Entre los jóvenes el porcentaje era aún mayor; hasta el grado de que había dado lugar a que decenas de miles de jóvenes se vieran obligados a emigrar forzosamente (aunque la Gran Canciller de Asuntos Laborales, con eufemístico recochineo lo definía como `movilidad exterior´) para ganarse la vida; haciendo recordar la amarga y numerosa emigración ocurrida a mediados del pasado siglo. Con la diferencia de que ahora, muchos de estos jóvenes no eran jornaleros, sino gente con títulos universitarios totalmente inútiles y estériles en aquel reino.

       Los sistemas públicos de Sanidad y Educación fueron recortados y agredidos hasta tal extremo de deterioro y degradación que habían conseguido hacer retroceder varias décadas los logros alcanzados… Y menos mal que gracias a las muchas y multitudinarias huelgas y manifestaciones de protesta por todo el reino llegaron a detener, en parte, los viles objetivos, impidiendo que las tijeras de la infamia siguieran recortando derechos adquiridos y haciendo estragos irreversibles.

       Aprovechando el conocido axioma de que `en rio revuelto ganancia de pescadores´; algunos dirigentes políticos de Comunidades Autónomas del viejo reino –uno de los más antiguos y de mayor solera del continente-; amparándose en postulados y pretensiones nacionalistas -totalmente fuera de lugar, insolidarias y absurdas- conseguían adormecer sibilinamente a sus conciudadanos prometiéndoles el paraíso si conseguían el separatismo e independencia de su Comunidad. Consiguiendo con esa falacia no solo distraerlos de sus enormes y graves problemas sociales, laborales y económicos, sino además el enfrentamiento entre ellos mismos, y con el resto de habitantes del reino.

      Mientras tanto, y ante la mirada perpleja y anonadada de la ciudadanía, el principal partido de la oposición (corresponsable, en cierta medida, de la situación socioeconómica); en estado semicatatónico, dedicaba su quehacer exclusivamente a lanzar himnos al sol, críticas y consignas más o menos anacrónicas, virtuales y demagógicas sin aportar ideas originales, factibles y rigurosas capaces de ilusionar a los frustrados y defraudados votantes y de producir una eficaz y drástica alternancia en el poder para sacar al reino del abismo de las tinieblas.

       El tiempo transcurría imparable y todo seguía igual (o peor) para los súbditos de a pie de aquel país que, ni de lejos, veían para ellos `brotes verdes´ por ninguna parte, ni mejoras tangibles y palpables en sus vidas diarias. Así que continuaron sumisos y estupefactos con resignada y `jobviana´ paciencia esperando que las cacareadas mejorías que continuamente proclamaban los Cancilleres del Reino -en la macroeconomía, las finanzas, la banca, la Bolsa, la `prima de riesgo´, la confianza y recuperación de los mercados, la optimización (¿) del modelo productivo, etc., etc.-; algún día, sus presuntos efectos positivos, repercutieran también en su deprimido y deplorable devenir, a ser posible antes del fin del milenio…. Eso sí, muchos de ellos juraban y perjuraban que en las próximas elecciones no los votarían ni de coña.”

Y colorín, colorado, este pseudocuento, se ha acabado (de momento)

Tomás M. Serna 
Exprofesor de Secundaria, comediógrafo, actor y director teatral

“Suárez” por Antonio López

FOTO_ANTONIOLOPEZHola a todos los blogueros de “SER Comunidad, Madrid opina en red”. Me piden que me incorpore a este blog y lo hago encantado. Una vez al mes escribiré un pequeño artículo de opinión sobre un tema de mi elección, que puede tener o no que ver con la actualidad o con algún asunto de interés local o general. Vaya usted a saber.

Lo cierto es que escribiré sobre lo que me apetezca y eso de entrada es una motivación añadida para un periodista, a la hora de haber aceptado la invitación de la Cadena Ser.

Y sin más preámbulos vamos al tema elegido , que sin duda en esta ocasión es de rabiosa actualidad.

Este mes, hace sólo unos días, nos ha dejado un gran hombre. En realidad nos había dejado hace más de una década por culpa de una enfermedad que afecta a la memoria y juega malas pasadas a las personas que la sufren.

Incluso me atrevería a decir que nosotros, todos nosotros, incluidos los que ahora más le elogian, le habíamos dejado mucho antes, abandonado a su suerte, que por cierto no fue mucha, como todo el mundo sabe.

Quiero decir que el primer presidente de la democracia española, después de llevar a cabo de forma ejemplar y con múltiples dificultades el tránsito de la dictadura a una democracia plena, fue arrojado a las tinieblas y conoció la más absoluta soledad.

Me ha sorprendido gratamente que la gente se haya echado a la calle a reivindicar la figura de Suarez, mostrando reconocimiento y gratitud hacia su persona.

Me ha sorprendido menos que los políticos, de forma unánime,¡ hay los políticos ¡ , hayan actuado,- utilizo esta palabra intencionadamente-, de la misma manera. Todos se consideran herederos y seguidores de los valores personales y políticos que caracterizaron a Adolfo Suarez. A saber: su altura de miras, su capacidad para la concordia y la convivencia, su afán de consenso y diálogo, su generosidad,……

Es de risa. Todos los que no estamos afectados por la enfermedad degenerativa que sufrió Suárez y vivimos aquella época, sabemos que nadie, absolutamente nadie, siguió su ejemplo y su manera de gobernar. Ni Felipe González, mucho menos Jose María Aznar, tampoco J.L. Rodríguez Zapatero y ni que decir tiene, Mariano Rajoy.

Es más, todos, uno detrás de otro, fueron tirando por la borda su legado y con el aquellos años, irrepetibles por tantas cosas, hasta llegar al bochornoso espectáculo actual y guirigay sin fin en que se ha convertido la vida política en nuestro país.

Puedo decir con algún conocimiento de causa,-hacía información parlamentaria para varios medios por aquel entonces-que la etapa en la que Adolfo Suarez gobernó en España, fue la más floreciente y más libre, tanto en libertades individuales como colectivas. Desde entonces casi todo han sido retrocesos y pérdida de libertades, llegándose en la actualidad a un atrincheramiento y a un inmovilismo, ciertamente preocupantes.

La limitación de derechos fundamentales, como el de manifestación, son hoy el pan nuestro de cada día.

La libertad de expresión , sin ir más lejos, gozó de cotas sin parangón a lo que hemos vivido después. La transparencia informativa del Presidente Suárez hace palidecer al presidente actual, que roza casi la paranoia en relación con estos temas y hace del oscurantismo virtud y modo de proceder.

Pero si Suárez ganaría por goleada todas las apuestas con cualquiera de sus sucesores al frente del Ejecutivo, haciendo sonrojar a todos ellos, en su comportamiento político y personal, no es menos cierto que junto al dechado de virtudes que seguro poseía, también tenía, digo yo, debilidades y defectos como cualquier ser humano.

No seré yo quien las saque a colación en este artículo, pero eran conocidas por los periodistas de la época. Algunas se han contado ya y otras se contarán en breve.

Siguiendo con esa tradición tan española de loar a las personas que nos dejan, con independencia de que fueran en vida buenas o malas personas, nos dedicamos con entusiasmo a ello, sabedores digo yo, de que algún día nos tocará a nosotros.

Cabe ahora preguntarse si aprovecharemos algo de la catarsis producida por la muerte de Suárez. Si los políticos actuales, después de la actuación de estos días, serán capaces de sacar alguna lección .Me temo que no.

Descanse en paz quien por paradojas de la vida perdió antes de tiempo la capacidad de recordar. HONREMOS SU MEMORIA.

Antonio López Ortiz
Periodista.

“Sobrevivir es delito: tirar de la manta” por Víctor Granado

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Lucro (del lat. lucrum): 1. Ganancia o provecho que se saca de algo.

En el eterno retorno de lo idéntico volvemos a ver de nuevo como la despenalización de un hecho vuelve, aún de forma más cruel, a ser parte de nuestro código penal. Esto sucede con la más que previsible aprobación de la reforma del código penal que castigará con penas de cárcel de entre seis meses y dos años a aquellas personas que venden en las calles y que, comúnmente, llamamos manteros, como consecuencia de la conversión de lo que hasta ahora es una falta en delito.

Tradicionalmente se ha entendido que cuando colisionan dos derechos entre sí debe prevalecer el de mayor rango. Con la operación de camuflaje que acompaña a la reforma de la situación penal de “las mantas” se pretende esgrimir que la vulneración del derecho a la propiedad intelectual devenga en una condena penal con privación de libertad. Colisionan así el derecho a la propiedad intelectual y el derecho a vivir en libertad. La violación del primero se plantea como causa del castigo con la privación del segundo. El legislador se aparta de la convención que sitúa por encima el derecho a vivir en libertad e invierte la primacía entre ambos derechos.

Lo más importante, a mi juicio, en esta cuestión es identificar el qué y para qué de esta modificación legal. La asociación de sin papeles de Madrid convocaba junto con otros colectivos el pasado 17 de febrero un acto de protesta en la comercial calle de Preciados en Madrid para denunciar y pedir la paralización de esta reforma. Bajo el lema sobrevivir no es delito las personas congregadas denunciaban la criminalización de quienes sobreviven vendiendo en la vía pública en situación de vulnerabilidad extrema para poder sobrevivir. Tal y como rezaban algunos carteles, se trata de vender sin ánimo de lucro, para la mera subsistencia.

En cambio la persecución de “los manteros” en lugar de ser un mecanismo de lucha contra la venta ambulante irregular y la “piratería” es un dispositivo de control de la migración irregular. Se trata de una introducción de controles fronterizos en el interior de las ciudades. Esta re-penalización de “las mantas” desempeña un papel crucial en la producción de irregularidad migratoria ya que con la detención y los antecedentes penales que dejará en los sancionados esta modificación legal, bien perderán la residencia legal si la tienen, bien tendrán imposible poder alcanzarla, cuando no suponga su internamiento y posterior expulsión del territorio nacional. Esta función no sólo intimidatoria o disuasoria sino directamente expulsiva de la nueva legislación revela con claridad como no son el hambre o las mafias quienes producen la migración irregular sino los estados democráticos de los que somos nacionales.

El lucro no se supone en quien con su actividad consigue sobrevivir a duras penas y sí, en cambio, en quien se aprovecha de la especial situación de vulnerabilidad de las personas para producir de manera continuada un aumento de la irregularidad migratoria al bloquear tanto el acceso regular al país como el acceso regularizado al mercado de trabajo y se sirve de la mano de obra en situación irregular para incrementar sus beneficios. Parece perfectamente legítimo decir pues como dicen las personas que luchan contra esta modificación legal que las mantas son un mecanismo de subsistencia sin ánimo de lucro. No puede decir lo mismo quien usa la consideración de la venta en las mantas como un delito para servirse en beneficio propio de la situación irregular de las personas que luchan por sobrevivir.

 

Víctor Granado Almena
Profesor de Filosofía
Investigador dedicado al estudio de las migraciones y a los DD.HH.  

Un caso particular, para una situación muy común en la Política Municipal» por Carmen Guijorro

FOTO_CARMEN_GUIJORROIntentaré abordar este asunto con la máxima corrección. Alguno quizás habéis podido leer o quizás ver en los Plenos, que es frecuente, que tengamos que acabar echado al Concejal de Izquierda Social, Daniel Cano, a la Concejal de Izquierda Unida, María Brea, o directamente a ambos, así como tener que expulsar a alguien del público.

Después el PSOE, del que también han habido ocasiones, de tener que expulsar a un Concejal, coloca una nota de prensa o escribe en su web, sobre la intolerancia del Gobierno y en especial, de la mía, la de la Presidenta del Partido Popular.
Bueno pues explicaré el funcionamiento de esta técnica, que ellos utilizan casi siempre. 

Hace un tiempo nos solicitaron grabar los plenos nosotros que no tenemos nada que esconder, dijimos que sí. Apunto esto, porque si realmente a alguien le interesa observar el comportamiento habitual de unos y de otros, respecto a los turnos de palabra, la compostura de los Concejales o el nivel de desagravios e insultos vertidos, puede mirar en YouTube para que desde la información, pueda juzgar lo que crea conveniente. 

No entremos ya en las soluciones aportadas por unos y por otros, simplemente en compostura y comportamiento. Suponiendo que ya sabes de lo que hablo, puedo hacer mi exposición. 

Cuando dedicas 200 horas al mes a hacer algo, ya sea correr, nadar, arreglar cohetes, o dedicarte a la política, llegas a adquirir un nivel en ello, siendo muy difícil que alguien que le dedica sólo 10 horas al mes, pueda superar.
En la política municipal, pasa exactamente lo mismo. Nosotros trabajamos, todos los días de la semana y varios fines de semana. Eso provoca, que nuestro nivel de conocimiento del Ayuntamiento y su gestión, sea muy alto. Si a eso le sumas, las herramientas que hemos creado de comunicación con el vecino, (ej CC48 o COGOB) y que, del 100% de las ideas, soluciones y sucesos somos responsables nosotros también, es difícil que cualquiera de la oposición, pueda decir algo en lo que no le podamos responder,  desde el criterio que te otorga el conocimiento. 

Si cualquiera piensa en primera persona, en su trabajo, en su casa, o su familia, entenderá que sería muy extraño que nadie venido de fuera, conozca mejor que uno mismo, lo que ocurre en el día a día en dichos ámbitos.
Además si le sumamos una falta de educación, compostura, respeto al Pleno y a las Instituciones, tan profunda como las que podréis apreciar en las grabaciones, obtenemos como resultado “la técnica del que se sabe perdedor”.

Dicha técnica consiste en, como no tienen nada que aportar, ni nada que exponer y además, son conscientes de la superioridad de conocimientos por lo anteriormente dicho, sólo les queda incordiar y montar espectáculo, para que les expulse. Con dicha técnica, lejos de tener que demostrar nada, la oposición, puede irse sin justificar su labor. Eso sí, insultando, difamando y diciendo que la opresión del Gobierno es total, que son intolerantes, y bla…bla…bla…  

¡ Ya tienes el titular. Enhorabuena, parece que has hecho algo… !

Además el público que va al Pleno en su gran mayoría, están perfectamente orquestados para ello, y tienen una clara afiliación o preferencia, por alguno de los partidos representados.

Para regular esto, existe el ROFJ. Un reglamento de funcionamiento, que deja muy claro lo que se puede o no se puede hacer. Te puede gustar más o menos sí, pero son las reglas del juego y si quieres unirte al mismo, debes de seguirlas o de lo contrario no participar. 

La reglas existen para la corporación Municipal y para el público existente. Una de las más claras es, ante los desacatos a la Presidencia, al tercer aviso, ésta tiene potestad para expulsar a alguien, y en muchos casos se les ha llamado al orden en siete ocasiones. Da lo mismo. Hasta que no consiguen que se les eche, debido a sus constantes interrupciones a los Concejales, insultos a la Presidencia, aspavientos, alardeos o “Cortes de manga” a la hora de votar, no cesan en su actitud.

El día que tuvieran que enfrentarse a un diálogo democrático, sin sesgos y respetando el turno de palabra tal y como manda el reglamento, ese día no tendrían nada que vender a los suyos, ni a los medios de comunicación.  Por lo tanto, con dicha técnica siempre pueden alegar que “si les hubieran dejado”…. “pero claro como nos ha expulsado”… “la Fascista de la Alcaldesa” etc… librándose un mes más, de cumplir con su responsabilidad.

“Prueba de ello es que los Plenos extraordinarios, donde no hay público, suelen durar no más de 15 minutos y no hay una voz más alta que otra, por mucho que su postura en la votación, sea la contraria a  a nuestra”.

¿Circo? mucho. ¿Soluciones? ninguna. Además, nosotros en Gobierno, somos el Gobierno de todos y llevamos al Pleno propuestas con mayor o menor acierto, para continuar con la gestión del municipio. Por el contrario, la oposición, se limita a hacer mítines políticos llegando a votar en contra, cosas como la Educación Civil de Emergencias en los colegios o el Fondo Social de Viviendas para Familias desahuciadas, por el simple hecho de que lo ha presentado el Equipo de Gobierno. ¿Alguien más ve totalmente ilógica esa postura?

Os invitamos visualizar los Plenos desde la imparcialidad y después a juzgar desde el criterio.

Carmen Guijorro

Alcaldesa de San Martín de la Vega

“Las circunstancias son a día de hoy, nuestro verdadero rival político” por Carmen Guijorro

FOTO_CARMEN_GUIJORROPor eso, no debemos dar demasiada importancia a lo que digan los partidos minoritarios, ni los sindicatos desacreditados hoy, por los propios trabajadores a los que dicen defender.

A día de hoy, los que nos dediquemos a la política, hemos de tener dos objetivos prioritarios: la libertad y España. España es un país que ha demostrado históricamente, una gran fortaleza y credibilidad. Si bien han pasado unos años en los que quizás, ha perdido el rumbo de su identidad y su potencial, somos una nación de solidez democrática indiscutible, y por lo tanto no debemos permitir que el radicalismo de algunos, afecte al conjunto de la misma, como hoy nos quieren vender, algunos políticos independentistas.

La Democracia es básicamente el estricto cumplimiento de las Leyes. Cuando permitimos que entre en juego el radicalismo, existe la posibilidad de que acabe ganando el juego, el más radical de todos. Si juegas con la reglas de la Democracia, ganará siempre lo más democrático.

Ser político a día de hoy, no es un ejercicio agradable, y por ese motivo, está dejando de tener interés para los mejores y los más preparados. Se paga un precio demasiado alto por dedicarte a la política. Pero la política en verdad, tiene buenos momentos, momentos malos y muchos momentos injustos. Si decides involucrarte en la vida política, has de tener tu vida muy bien organizada y con unos cimientos muy sólidos, porque hay ocasiones, en las que la política intentará acabar con ella. Sin duda, la política, también conlleva grandes momentos de satisfacción personal, reconocimiento colectivo y mejora de la nación.

Así que, animo a los mejores, a plantearse la vida política. Sobre todo aquellos jóvenes que pueden actualizar y ampliar con su ingenio y conocimiento los horizontes establecidos. Pero antes de nada hay que recuperar la credibilidad en las instituciones y sus dirigentes, para ello se hace imprescindible un ajuste de las administraciones, y es necesario que las figuras políticas se aparten del amiguísimo, del enchufismo, del favoritismo y de todos los “ismos” que se le puedan achacar para hacerla atractiva y para que, los mejores estén dispuestos a dedicarse a ella.

Los medios de comunicación no están en un buen momento, y sin embargo, la dependencia sobre ellos de algunos políticos es escandalosa. Esto ocurre por la constante necesidad de reprobación de algunos no tan capacitados para la vida política, que aprovechándose del sistema democrático, han encontrado un hueco en el que colarse, no para vivir la política, si no para vivir de ella.

Así nos encontramos con diferentes personajes, que manchan con sus actos una vocación de servicio público y un deseo de colaborar al crecimiento de la nación, pues no encuentran más interés en sus cargos, que el beneficio personal y cortoplacista.

¿Es posible entonces, hacer la política más agradable, y que el ciudadano entienda a los políticos como solución y no como parte del problema?

Sí, pero sólo formando equipos con los mejores posibles. En la historia del mundo, nunca ha existido un pueblo contento al cien por cien, con sus gobernantes. La fórmula del fracaso, es intentar tener contento a todo el mundo, y por ello el político, ha de ser capaz de evaluar qué es lo importante, y una vez analizado, debe tomar decisiones que beneficien a la mayoría, y no sólo a un grupo minoritario.

La gobernabilidad pasa, por el profundo estudio de la estadística social y económica, y la comprensión de la misma no es igual para todos. Hoy la política está descapitalizada, el mundo está mal políticamente. Los líderes no están definidos. Es por ello, que quienes tenemos la obligación de gobernar, hemos de ser conscientes de que vivimos en una situación tremendamente complicada. Se hace entonces necesario que cada país haga sus deberes, sí.

Pero Europa, sus dirigentes y también los mercados, deben pensar que un euro en Madrid, no vale menos que en Berlín. Europa se unió con todas sus consecuencias. La lógica de tener una moneda única, era tener un mercado común, no un nuevo producto en juego para la especulación. Hay que hacer muchos esfuerzos, pero haciéndolos, hay que saber también que saldremos de la crisis.

Enmendaremos los errores que durante años se han cometido, y que han desembocado en una situación de inestabilidad económica, social y sobre todo en una crisis de credibilidad y valores. Hemos de sacar las lecciones de aprendizaje positivas, que esta situación nos ha enseñado. Hemos de comprender que sólo podemos tener aquello que podamos y estemos dispuestos a mantener. Que lejos de hacer de ello un “Sálvese quien pueda”, comunidades y municipios, hemos de mirar también por defender los intereses de nuestros vecinos, pues con esta práctica, logramos una protección del proyecto común al que llamamos España. Y digo protección y no proteccionismo, que es lo que muchos pretenden de su país y/o gobiernos. Una vez más los “ismos” desvirtúan claramente los mensajes.

Un país es una proporción de tierra delimitada por un entorno geo-político. Sin embargo, una nación es el proyecto que en él se desarrolla, y no se hace grande por extensión, sino por sus recursos, riqueza y la capacidad de sus habitantes y gobiernos. Capacidad para emprender proyectos conjuntos que la dirijan a un estado de bienestar para todos y que nos hagan crecer como nación y sociedad.

Un espacio en el que todos estemos orgullosos de vivir, de avanzar, y con el único propósito de proporcionar un futuro mejor a la generaciones venideras. Nadie de los que estamos a día de hoy, somos imprescindibles, pero sí somos importantes dentro de la propia evolución de la nación como proyecto. Las anteriores generaciones trabajaron para que pudiéramos tener una España fuerte, capaz, competitiva, moderna y con recursos. La crisis nos ha demostrado que ni de lejos, está todo el trabajo hecho y que errando en las políticas, podemos retroceder años, en las décadas que ha costado avanzar. Por eso, hemos de ser especialmente cautos, por respeto al legado recibido, pero también hemos de ser especialmente cuidadosos, o mejor dicho exquisitos, hacia el legado que debemos entregar a las futuras generaciones. De ello dependerá la continuidad del proyecto de nación a la que llamamos España y el futuro de nuestros hijos y nietos… En el único lugar donde el éxito aparece antes que trabajo, es en el diccionario de la Real Academia. Trabajemos hoy, para un éxito futuro y para un proyecto sólido, con esperanza, credibilidad y engrandecimiento de nuestro legado.

Trabajemos por una nación libre, justa, de todos, por todos y para todos, y ahora más que nunca, entre todos.

Carmen Guijorro Belinchon
Alcaldesa de San Martín de la Vega 

«Del Inmovilismo Ilustrado y otros derroteros…» por Guillermo Infantes Capdevila

FOTO_GUILLERMOINFANTESSi hay algo que caracteriza a nuestro país y al conjunto de los individuos, y digo bien: individuos, que lo conformamos es la rigidez, el inmovilismo y la falta de capacidad de adaptación. Tomamos por dado todo lo heredado, apenas ponemos en tela de juicio lo instaurado ni nos preguntamos el porqué de los orígenes de aquello que nos rodea. Vivimos de las rentas de un tiempo pasado cuyas fórmulas se han quedado obsoletas, la vieja receta de la ‘Coca Cola’ para trastornos estomacales puede que aún surta efecto en nuestras barrigas, pero hemos de reconocer que un estancamiento en, por poner un ejemplo, los métodos medievales de labranza hubiese supuesto un verdadero atraso en nuestro desarrollo como sociedad.

A cada tiempo le acontece una circunstancia, y cada una merece un análisis que refleje sus síntomas o dolencias. Para placarlas se llevan a cabo acciones, en muchos casos valientes y desbordantes de coraje. Las revoluciones entienden o avistan un mal social, tratan de ponerle remedio, actúan y se arrojan a un cambio radical del orden estipulado o marcado.

Una Constitución nace de un sentir como pueblo, sienta unas bases que, como ciudadanos, hemos querido que se protejan para afianzar un cierto compromiso como sociedad y soldar unas pautas que respondan a nuestra organización de comunidad. De lo que se trata ahora es de analizar si lo que se enmarcó, mejor dicho, lo que se blindó hace ya 34 años puede hacer frente al ciudadano contemporáneo, si supone una herramienta útil que estructura nuestro Estado y actúa como raíz de nuestros intereses sociales. “La Pepa” emanó de las inquietudes populares en un convulso 1812, quiso ser vanguardia en su tiempo y se podría decir que se amoldó a la situación que se daba en España incluyendo la separación de poderes y el sufragio universal masculino como clara respuesta a las exigencias sociales.

El principio de “estímulo – respuesta” es algo que me fascina, creo que rige todo en este mundo, y la rigidez deriva en determinadas ocasiones de una carencia de respuestas a estímulos o, al menos, cuando éstas se quedan cortas. Los españoles damos pequeños estímulos, estamos desencantados con la clase política y por eso salimos a la calle, hacemos ver nuestras preocupaciones con las políticas de ahorro que cobran vida en forma de recortes, mostramos dudas ante la cuestión territorial… Y la respuesta que obtenemos en muchas ocasiones por parte del gobierno nos es mediocre, y esto nos conduce a la indignación que es respondida, en ocasiones, con palos en vez de con ideas y cambios. Segregamos y no aunamos voces, cantos y virtudes.

Volviendo al hilo de la Constitución de 1978, fue rompedora con el turbio pasado de nuestro país. Alberga todo aquello que era imprescindible para un progreso democrático tras un régimen dictatorial, era necesario para esa circunstancia. Tocaba la cuestión territorial, el sistema electoral, daba pie a una estabilidad que se veía como vital… Pero todo es relativamente efímero, también las constituciones si varía la situación de un país. De ahí la rigidez de España, el inmovilismo, la cuasi pasividad para dar por asentado e inmutable lo que, de por sí, debería ser flexible y actuar como bisagra para el avance y no como elemento entorpecedor para el cambio. Anclar una Constitución está bien, de hecho constituye el fin en sí mismo de una Constitución, pero se debe poder pivotar sobre ella, si no nos sumerge en el atraso y lo que se ancla es al propio país con un marco arcaico o, cuando menos, obsoleto.

Es oportuno estos días hablar de unidad nacional y de espíritu patrio, llueven críticas por parte de los que defienden la unidad territorial dirigidas a los secesionistas y viceversa, tachándose mutuamente de ‘ignorantes’ y ‘retrógrados’. Es curioso cómo todo desemboca en una adaptación del ciudadano a lo establecido, ¿y es que a nadie se le ha ocurrido plantearse que es la estructura la que se tiene que amoldar a los integrantes de la comunidad? Surgen dudas, pues modificar el marco constitucional sería como intervenir a pecho abierto a toda una nación, y no todos están por la labor de someterse a tan arriesgada operación. Las sensibilidades están altamente sensibles, hablar de un cambio de la Constitución en cualquier materia parece suponer la hecatombe social de este país. Lo que nos une y lo que nos unió hace ya más de una treintena de años requiere una adaptación. Como diría Ortega “somos hijos de nuestro tiempo”, nuevas generaciones nos adentramos en el panorama actual y vemos el tinte nacional desde un punto de vista muy diferente de cómo se vio tras la transición, el sistema parece haber sido una vieja gloria que se ha postrado y no tiene pensado reciclarse cuando, quienes forjamos y debemos vernos reflejados en el mismo, somos nosotros.

¿Por qué tanta reticencia al cambio? Vivimos con un sistema electoral que garantizaba estabilidad política en una época en la que era de tamaña importancia mantener un sistema férreo y que no fuese a bandazos. Ahora hay que abogar por el pacto, por el consenso una vez más, pero desde otra línea. Un sistema proporcional donde se trabaje por lograr la unión, una cámara que responda a las necesidades territoriales y donde se debatan cuestiones de esta competencia. Desde sectores de la izquierda se hace un llamamiento al federalismo, pero es como un grito que queda ahogado puesto que no se defiende nada verdaderamente tangible y entendible entre los ciudadanos, suena como un pequeño silbido de conciencia de razón ante el desmadre más absoluto.

Desde luego se ha avanzado a un ritmo vertiginoso en materia democrática, pero quizás nos hace falta un nuevo impulso, algo que nos entusiasme en este proyecto común que tenemos entre manos y que ahora quema, y nos duele. Una regeneración política y constitucional no sería un mal comienzo, pero por supuesto requiere esfuerzo y valor, mucho valor y coraje.

Guillermo Infantes Capdevila
Representante estudiantil UC3M
Área de Estudiantes del Consejo de la Juventud de Alcobendas

“Mandar es gobernar mal” por Miguel Aguado

Nuestra vida se está volviendo horizontal. Los viejos valores verticales de jerarquía, obediencia y monolitismo cada vez pintan menos en nuestro día a día, y más bien apostamos por valores horizontales de intercambio, igualdad, participación y diversidad. La dictadura es vertical, la democracia horizontal. El ‘ordeno y mando’ es vertical, el diálogo es horizontal. La exigencia es vertical, la seducción horizontal. En nuestro trabajo, en nuestra familia, en nuestro entorno todos tendemos a ser cada vez más horizontales: nos mandan menos y mandamos menos, pero en cambio cooperamos más, sugerimos y nos sugieren más, convencemos y nos convencen más. En fin, nuestra sociedad se relaciona mejor y es más sensible al argumento y la persuasión que nunca. En política, casi todos los partidos españoles han ido cambiando en paralelo a esa evolución. Alguno queda, que no señalaré en mi compromiso de no atacar en esta columna, que aún no lo ha hecho, y sigue aferrado a la imposición, la falta de diálogo y el ‘porque lo digo yo’ como señas de identidad. Algunos todavía reclaman mano dura, intransigencia y rigidez para abordar los problemas. Ese autoritarismo antiguo no tiene futuro.

Todos sabemos que el mundo es redondo, pero hay quien disiente. El analista estadounidense Thomas Friedman publicó en 2005 su influyente ensayo “El mundo es plano: una breve historia del siglo XXI”, en el que defendía que internet, la globalización económica y demás conmociones contemporáneas han vuelto plano el mundo, en el sentido de que las empresas, las sociedades y las personas de nuestro planeta tienden a nivelarse, interactuar y competir entre sí en un plano de cada vez mayor igualdad.

Yo no estoy tan seguro del alcance de esa ‘democratización económica global’ que ve Friedman, pero suscribo la idea de que nuestra sociedad occidental es cada vez más democrática. Más abierta al razonamiento, más dinámica, más pragmática, más sensible a los matices, más propensa al intercambio fructífero de pareceres, más dispuesta a escuchar a los demás. Hemos dejado atrás el ‘usted no sabe con quién está hablando’. La noción de respeto sigue vigente, pero ahora el respeto se gana, no viene dado por la posición de cada uno. Las esposas ya no preparan a los maridos la bata y las zapatillas, los hijos ya no tratan de usted a sus padres ni les deben sumisión, los jefes delegan e involucran a sus colaboradores en proyectos abiertos, las empresas procuran canalizar la creatividad y participación de sus empleados. Incluso estructuras que podrían a veces parecer más burocratizadas como las iglesias, los partidos (casi todos) y los sindicatos intentan abrirse al debate y buscan estructurarse de manera flexible y, si no horizontal, sí al menos bidireccional entre la cúpula y el resto de la organización.

En nuestro país sigue habiendo personas y grupos, que se mantienen anclados en una actitud hosca, anacrónica y antipática de todos-firmes-que-aquí-mando-yo que les aleja de la realidad, les enajena la voluntad participativa de los ciudadanos, les priva del imprescindible contraste con otras opiniones y, no por casualidad, les tiene sumido en una feroz crisis-guerra interna que promete durar años. El PSOE funciona porque articula la disensión de manera positiva y debate consigo mismo y con los demás. Se mueve en torno a ideas (la de solidaridad, la de desarrollo sostenible, la de igualdad, etc.) y promueve la transparencia y la democracia interna; otros se mueven en torno a personas como delegados de oscuros grupos de poder y fomenta el monolitismo, la adhesión, la obediencia. Hoy y cada vez más gobernar es liderar a la sociedad, estimularla y dotarla de capacidad para que progrese; para los conservadores gobernar es mandar y punto.

Los romanos distinguían entre dos clases de poder. Según ellos, una cosa es la ‘potestas’, que tiene el sentido del poder efectivo, sea cual sea su legitimidad o su origen, y otra cosa distinta y más digna es la ‘auctoritas’, que es el poder derivado de un verdadero liderazgo, inspirador, legítimo, respetado por todos y fruto de una autoridad o prestigio consecuencia del buen hacer. Podríamos decir que la potestas vence, pero la auctoritas convence. La potestas es vertical, el poder por el poder, en tanto que la auctoritas es horizontal, el poder para liderar e inspirar el progreso social. Todos estamos de acuerdo en que es la auctoritas la forma más deseable de poder, pero queda en cierta derecha española algún resabio inquietante de cuando lo importante era ejercer el poder se tuviera legitimidad para ello o no, resabio que explica aquel dicho cruel de que ‘la izquierda tiene principios, la derecha tiene intereses’.

Miguel Aguado, secretario de Medio Ambiente del PSM

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