“La opinión pública es el verdugo” por Guillermo Infantes Capdevila

FOTO_GUILLERMOINFANTESPocas veces se teclea el título antes que el artículo que lo sucede, dado que habitualmente es la redacción de éste la que da la idea para titularlo ─lo que solemos llamar de estructura directa ─ pues son las diferentes ideas o premisas en base a las cuales sacamos la idea principal o conclusión. En este caso la estructura es indirecta, quizás porque la idea de la que partimos sea algo en lo que tengo total convicción, y es por ello que afirmo que actuamos como verdugos.

Se han sucedido una serie de noticias en los últimos días que han dejado patente lo determinante que es para el seguimiento de un caso la incisión que tiene el mismo en la opinión pública, y es que cuando en tiempos de la ilustración se teorízó sobre los distintos poderes que podían primar en un estado ─ejecutivo, legislativo y judicial ─ se obvió la influencia de la opinión pública como poder de poderes, que incide directamente en absolutamente todos ellos cuando se trata de una democracia.

Es muy usual hablar en estos tiempos de sobreinformación y de que ésta puede resultar tan peligrosa, si no más, como la falta de la misma. En el caso del pederasta de Ciudad Lineal (y no digo supuesto porque está claro que pederasta lo hay) en la fase de instrucción y sin haberse pronunciado el juez sobre la autoría o no del delito por parte del sospechoso, los grandes medios de comunicación ya exhibían en sus portadas una fotografía a todo color de la persona de la que se sospecha, aunque tras las críticas del juez Decano de Madrid, Antonio Viejo, procedieron a pixelarlas para no entorpecer las investigaciones.

El Fiscal Superior de Madrid, Manuel Moix, aseveró durante la ceremonia de apertura de este nuevo año judicial que “todos tenemos que ser especialmente cautelosos a la hora de suministrar información a la opinión pública y (…) evitar por todos los medios filtraciones indeseadas de datos que puedan ser reservados o sensibles”, tal y como recoge ABC en una información suministrada por EFE.

Estas palabras de Manuel Moix pueden ser extrapoladas a otros muchos casos. Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en todo esto y su labor no es la de azotar, sino la de transmitir la información de la manera más fidedigna posible. Hay quienes entienden el periodismo como una labor de justicieros, pero creo que éstos pecan en su empeño a la hora de interpretar lo que es justo y lo que no.

Cuando un periodista se toma la libertad de someter a una persona al escarnio público, está condenando a dicha persona a un juicio mediático en el que la sentencia la dicta la audiencia. En nuestro tiempo es muy sencillo tomar el pulso a la opinión pública, como así lo es condicionar cómo va a ir encaminada esa opinión, pues desde una herramienta tan sencilla como Twitter, los grandes “creadores” de opinión pública pueden arrojar un debate del que luego se puede medir fácilmente cuál ha sido su repercusión e interpretarla.

Últimamente hemos podido comprobar cómo muchos personajes de la esfera pública han tenido que entregar la placa y la pistola para satisfacer a sus respectivas organizaciones que demandaban evidenciar ante los ciudadanos lo respetables que son.

A mi modo de ver, el transcurso de los acontecimientos ha sido el siguiente:

En primer lugar, se lanza a la opinión pública un hecho relevante que compromete a una serie de personas y, por ende, a sus respectivas organizaciones.

Más tarde, antes de que la justicia se pronuncie, los medios de comunicación azotan y determinan lo que contraviene o no la ley a través de tertulias y voces que se erigen como capacitadas para instruir justicia a través de la tele.

Es entonces cuando las entidades políticas desacreditan a sus miembros implicados y acuden al programa de Ana Rosa para defender su respetabilidad y hacer notar su determinación e impecabilidad. Tras esto, la audiencia de Ana Rosa saca conclusiones y en cierto modo va conformando esa especie de abstracción que la forman todas y cada una de las impresiones individuales de manera casi agregada a la que denominamos opinión pública. Cabe añadir que precisamente Ana Rosa es un programa líder en audiencia y se emite en la cadena más vista del país.

Comunicar entraña una grandísima responsabilidad y hemos de ser conscientes de que quienes están legitimados para dictar una sentencia son los tribunales y no las empresas de la comunicación. Lapidar carreras, desprestigiar nombres y hacer enemigos de la opinión pública no es una labor que le corresponda a quienes deben garantizar una información de calidad, y no actuar como piezas inflamables que incendian un debate que, de por sí, ya es socialmente palpable y no precisa de ser enardecido.

 

Guillermo Infantes Capdevila
Estudiante de Periodismo

“Suárez” por Antonio López

FOTO_ANTONIOLOPEZHola a todos los blogueros de “SER Comunidad, Madrid opina en red”. Me piden que me incorpore a este blog y lo hago encantado. Una vez al mes escribiré un pequeño artículo de opinión sobre un tema de mi elección, que puede tener o no que ver con la actualidad o con algún asunto de interés local o general. Vaya usted a saber.

Lo cierto es que escribiré sobre lo que me apetezca y eso de entrada es una motivación añadida para un periodista, a la hora de haber aceptado la invitación de la Cadena Ser.

Y sin más preámbulos vamos al tema elegido , que sin duda en esta ocasión es de rabiosa actualidad.

Este mes, hace sólo unos días, nos ha dejado un gran hombre. En realidad nos había dejado hace más de una década por culpa de una enfermedad que afecta a la memoria y juega malas pasadas a las personas que la sufren.

Incluso me atrevería a decir que nosotros, todos nosotros, incluidos los que ahora más le elogian, le habíamos dejado mucho antes, abandonado a su suerte, que por cierto no fue mucha, como todo el mundo sabe.

Quiero decir que el primer presidente de la democracia española, después de llevar a cabo de forma ejemplar y con múltiples dificultades el tránsito de la dictadura a una democracia plena, fue arrojado a las tinieblas y conoció la más absoluta soledad.

Me ha sorprendido gratamente que la gente se haya echado a la calle a reivindicar la figura de Suarez, mostrando reconocimiento y gratitud hacia su persona.

Me ha sorprendido menos que los políticos, de forma unánime,¡ hay los políticos ¡ , hayan actuado,- utilizo esta palabra intencionadamente-, de la misma manera. Todos se consideran herederos y seguidores de los valores personales y políticos que caracterizaron a Adolfo Suarez. A saber: su altura de miras, su capacidad para la concordia y la convivencia, su afán de consenso y diálogo, su generosidad,……

Es de risa. Todos los que no estamos afectados por la enfermedad degenerativa que sufrió Suárez y vivimos aquella época, sabemos que nadie, absolutamente nadie, siguió su ejemplo y su manera de gobernar. Ni Felipe González, mucho menos Jose María Aznar, tampoco J.L. Rodríguez Zapatero y ni que decir tiene, Mariano Rajoy.

Es más, todos, uno detrás de otro, fueron tirando por la borda su legado y con el aquellos años, irrepetibles por tantas cosas, hasta llegar al bochornoso espectáculo actual y guirigay sin fin en que se ha convertido la vida política en nuestro país.

Puedo decir con algún conocimiento de causa,-hacía información parlamentaria para varios medios por aquel entonces-que la etapa en la que Adolfo Suarez gobernó en España, fue la más floreciente y más libre, tanto en libertades individuales como colectivas. Desde entonces casi todo han sido retrocesos y pérdida de libertades, llegándose en la actualidad a un atrincheramiento y a un inmovilismo, ciertamente preocupantes.

La limitación de derechos fundamentales, como el de manifestación, son hoy el pan nuestro de cada día.

La libertad de expresión , sin ir más lejos, gozó de cotas sin parangón a lo que hemos vivido después. La transparencia informativa del Presidente Suárez hace palidecer al presidente actual, que roza casi la paranoia en relación con estos temas y hace del oscurantismo virtud y modo de proceder.

Pero si Suárez ganaría por goleada todas las apuestas con cualquiera de sus sucesores al frente del Ejecutivo, haciendo sonrojar a todos ellos, en su comportamiento político y personal, no es menos cierto que junto al dechado de virtudes que seguro poseía, también tenía, digo yo, debilidades y defectos como cualquier ser humano.

No seré yo quien las saque a colación en este artículo, pero eran conocidas por los periodistas de la época. Algunas se han contado ya y otras se contarán en breve.

Siguiendo con esa tradición tan española de loar a las personas que nos dejan, con independencia de que fueran en vida buenas o malas personas, nos dedicamos con entusiasmo a ello, sabedores digo yo, de que algún día nos tocará a nosotros.

Cabe ahora preguntarse si aprovecharemos algo de la catarsis producida por la muerte de Suárez. Si los políticos actuales, después de la actuación de estos días, serán capaces de sacar alguna lección .Me temo que no.

Descanse en paz quien por paradojas de la vida perdió antes de tiempo la capacidad de recordar. HONREMOS SU MEMORIA.

Antonio López Ortiz
Periodista.

“De nuevo el 11-M. Nuestro pequeño homenaje” por Rosana y Mónica Pereira

FOTO_ROSANAYMONICA_HAZTUAEn muy pocos días será de nuevo once de marzo, esa fecha fatídica que en el año 2004 quedó grabada a fuego en el corazón de todos los españoles.

¡Diez años ya!

Para muchos de nosotros es toda una vida; recordamos aquella fecha una vez al año con la ayuda de los medios de comunicación que cubren la información desde distintos ángulos tratando de ser lo más respetuosos posible con los afectados y haciéndoles ver que, ellos y sus seres queridos, están en nuestra mente y en nuestros corazones.

Unos días antes empezará la cobertura mediática; hablarán de los protagonistas, recordarán aquel día desde los ojos de los profesionales que participamos en la intervención, desde la óptica de los familiares, de las víctimas directas o indirectas… Darán una visión optimista centrada en la resiliencia (capacidad que tienen las personas para sobreponerse y crecer tras vivir un hecho traumático) o quizá una visión más dura hablando de las secuelas de por vida de algunos afectados…

Van a buscar enfoques originales y siempre dirigidos a la población general, para que puedan saber lo que está ocurriendo en el presente…

Entre todas esas personas está esa madre que perdió a su hijo, ese joven que perdió su pierna, esa adolescente que, siendo muy niña, perdió a un padre o una madre sin entender nada de lo que estaba ocurriendo; y estará también aquel vecino que presenció desde su balcón el grotesco espectáculo de los vagones del tren convertidos en un amasijo de hierros y vidas perdidas, ese hombre que bajó mantas, arrancó puertas para utilizarlas como camillas, que pasó horas y horas tratando de dar una segunda oportunidad a los pasajeros que habían quedado en un limbo extraño entre la vida y la muerte. Están todos ellos: los PROTAGONISTAS de aquella historia que mostró al mundo la gran capacidad de ayuda que tenemos los españoles, la solidaridad más cruda sin pensar en uno mismo ni en las consecuencias que iban a tener en su mente aquellas imágenes de dolor y de muerte.

A ellos también llegarán los medios de información, y en ellos hay que pensar cuando se monten los reportajes, se redacten los artículos, se elijan las imágenes y las palabras a utilizar.

Pasados ya diez años, nuestros protagonistas vivirán en una dualidad que les puede resultar difícil de manejar: Sentirse reconfortados por el reconocimiento social, por saber que la sociedad no olvida ese día aciago que cambió el resto de sus vidas y, al mismo tiempo, necesitar pasar página para siempre y continuar con su nueva vida como un ciudadano más, sin protagonismos.

A veces nos preguntamos ¿Cómo podemos ayudarles en este momento? ¿Cómo hacer para que se sientan lo mejor posible?

  • Escuchando su voz, sus peticiones y necesidades
  • Aceptando sus silencios, su falta de interés en colaborar en los actos de homenaje
  • Estar ahí, en silencio, presentes.
  • Comprendiendo su derecho a querer y a no querer, a reír y a llorar diez años después.

Lo que necesitan de nosotros es saber que, sientan lo que sientan, hagan lo que hagan, nosotros permanecemos disponibles, sin juzgarlos ni presionarlos. Ese será el mejor homenaje.

Desde estas líneas, como profesionales que colaboramos en la atención a supervivientes y familiares, nuestro homenaje no puede ser otro que mostrar nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que, con el alma rota, nos permitieron acercarnos a prestarles nuestro apoyo y que, sumidos en el dolor y la desesperación, sacaron unos segundos de fortaleza para darnos las gracias por nuestra labor. Eso sí es ser grande.

Muchas gracias.

Rosana y Mónica Pereira Davila
Responsables de Haztúa Psicología Positiva
www.haztua.com

“Envolviendo con periódicos” por Guillermo Infantes Capdevila

FOTO_GUILLERMOINFANTESUn papel de regalo cuesta más que un periódico, lo cual ha llevado a SS.MM los Reyes de Oriente a envolver los regalos de esta navidad con un ejemplar de El País del 21 de diciembre de 2013. Esto ha dado lugar a que uno de los regalos que he hecho ─en nombre de Baltasar─ este 6 de enero haya ido acompañado de un Gallardón en la foto de portada, anunciando que el Ministro de Justicia daba por terminada la Ley de Plazos que estaba vigente hasta ahora.

No me considero un purista del periódico en papel ni me regocijo en la pulpa de celulosa al pasar las páginas de un diario, pero siento cierto rechazo hacia la conversión de los medios de comunicación escritos a las plataformas digitales en detrimento de los periódicos en papel. Resulta arcaico leer este tipo de prensa si no es de la mano de tablets u otros tipos de dispositivos electrónicos y, como ya indicaba al comienzo de este artículo, el papel de periódico nos es más útil envolviendo regalos o demarcando la zona de meado de nuestro perro/gato.

Esta fiebre de la prensa escrita en medios digitales conlleva que la financiación de este tipo de periodismo derive de la publicidad ─como en otros medios como radio o televisión─ y deje de depender de las ventas de ejemplares y las suscripciones, es decir: de las personas.

El periodismo se debe al ciudadano y no a la publicidad ya que, poniéndonos algo quisquillosos, podría suponer que éste se viese supeditado a sus sponsors antes que a la información.

Hemos llegado al punto de que un periódico como El País tenga una difusión diaria de 330.000 ejemplares, pero 3 millones de seguidores en Twitter a los que les aparece en su timeline cada nueva noticia que se publica en la web del famoso diario. Los periódicos quedan apartados para los puristas y melancólicos, mientras que la mayoría de la sociedad se ha adaptado bastante bien a las comodidades que ofrece la información en la web.

Aún no estoy graduado en periodismo ─estoy cursando el segundo año─ pero tengo bien claro que (y no me relacionen con la SGAE después de lo que voy a decir) quiero que mi trabajo sea valorado y pagado por los lectores, y no gracias a los banners publicitarios que copan las webs de los diarios. Agradecería mucho más que se comprase mi trabajo antes que poder observar que el último reportaje o crónica tiene X número de likes o una puntuación de X estrellas.

Y, sobretodo, me frustra que un papel de regalo cueste más que un periódico.

Guillermo Infantes Capdevila
Representante estudiantil UC3M
Área de Estudiantes del Consejo de la Juventud de Alcobendas

 

“Respeto, compromiso y responsabilidad” por Antonio Quilis

FOTO_ANTONIOQUILISTener la responsabilidad de informar es algo que los periodistas debemos, o deberíamos, disfrutar, llevar colgada del alma continuamente. Informar bien, añadiría este adjetivo, o correctamente. En la facultad nos pusieron el filtro a la objetividad, a la honestidad y a la imparcialidad… Sí, nos dijeron que la objetividad era inherente a la profesión… y seguidamente nos ponían a destripar las portadas de los periódicos para sacar los matices, o sus verdades, las diferencias ideológicas de una misma noticia en uno y otro medio. Provocaban a la imparcialidad. No tomar partido por algo… muy difícil en estos tiempos.

A ese ejercicio de informar como periodista, se añade la responsabilidad del medio de ser honesto y atractivo para sus lectores, de ser leído, de difundir “lo que pasa”. De faltar a la mentira. ¡Ya llevamos dos benditas cargas contabilizadas!

Pongamos una tercera. La del compromiso. La de creer en algo por lo que debes apostar como periodista, como medio, aunque intuyas que algunos, o muchos, no vayan a entender ese camino que has tomado. Lo agarramos fuertemente, porque es nuestro clavo, esté ardiendo, frío o lleno de puntiagudas aristas. Es por lo que luchamos.

Cambio de tercio. A finales de 2012 asistí a una dinámica “Diálogos por la Sostenibilidad”, creada por dos organizaciones, donde personas interesadas en compartir y dialogar en torno a un término tan variable y manido últimamente, la sostenibilidad, se disponían a creer en ella y a defenderla. Visualizamos, literalmente, en un ejercicio de conciencia plena, cómo sería el futuro si la humanidad hubiera puesto fin a las diferencias y se hubiera organizado para realmente salvar el planeta… Y el ejercicio continuaba… entraba en el campo de las emociones: “Imaginad cómo se lo contarías a vuestra descendencia, cómo fue ese proceso de cambio; relatadlo a generaciones nuevas que vienen a tomar posesión de su responsabilidad como habitantes de la Tierra”. Tuvimos que sentirlo. Tuvimos que compartirlo. Lo conseguimos. Fuimos responsables, y nos llenaba de orgullo contarlo a nuestros nietos. Fuimos valientes y nos abandonó el miedo a respetar la vida.

El proceso de cambio ha comenzado tímidamente. Primero, desde pequeños grupos valerosos de la ciudadanía, la inteligencia social provocadora del cambio. Después lo abanderaron unos pocos gobiernos más concienciados. Ahora empiezan a “convertirse” las empresas, las compañías, verdadero motor de cambio, responsables de muchas catástrofes y de muchos factores de transformación real. Son las que verdaderamente tienen en la actualidad el compromiso social y ecológico con la sociedad, las que mecen el mundo con sus manos. Respetadlo.

Antonio Quilis Sanz
Director de El Mundo Ecológico
Director de comunicación y marketing de El Bosque Madrid Sierra
@AntonioQuilis

 

El silencio de los cañones…

Ignorancia teledirigida. Eso es lo que debe de pensar el sonriente periodista del mundo, que aparece en la televisión, con pose de creerse ganador por lo menos,  del “Ortega y Gasset”.  Y no debe ser para menos en estos días de vino y rosas, donde seguro que compañeros y su jefe, le están felicitando por su profesionalidad, su innato sentido de la investigación y su arrojo para enfrentarse una nueva querella, como la que se enfrentó,  el pasado diciembre del 2012.

El orgullo del mundo periodístico, al que ahora, más para lavarse la mancha de descrédito que arrastra el país, por publicar fotos por un tubo, o quizás como paliativo para un casi seguro y futuro ere, avispados ellos, … ven en el negocio del escándalo, la oportunidad de alejarse de su modelo de negocio “Todo a un Euro”, los diarios venden de todo últimamente con los cupones a veces incluso noticias, y volver a la senda del periodismo. Esto no está mal, es necesaria que la información, veraz, constatada y contrastada, se haga pública y tenga una labor fiscalizadora ante la vida diaria. Pero hay que tener cuidado, cuando lejos del beneficio del servicio público, se busca en la información el beneficio personal o empresarial.

Imaginemos que todas estas informaciones fueran 100% ciertas. Todo lo escrito estos días sobre el Psoe, el PP, la Casa Real, el Independentismo etc… La pregunta es simple ¿Es totalmente necesario, en un momento en el que al parecer,  España comienza a recuperar la confianza de los mercados, lanzar toda esta batería de acusaciones a unos y otros? ¿Hay alguien que aún le interese que este país salga adelante?   Yo no digo que no haya que decirlo, que no haya que contarlo a la opinión pública y que no haya que juzgar, condenar y sentenciar a todo aquel que lo merezca, pero ¿tiene que ser ahora?  Es que Urdangarínes, Bárcenas, Amys Martíns, ¿son tan urgentes de neutralizar, como para que merezca la pena poner en peligro a todo el conjunto de la Nación, en pleno proceso de recuperación de confianza de los mercados internacionales?

Mi opinión es que no. Pues el daño producido al interés general, y el prejuicio a la economía, va a ser tan amplio, y de tan profundo calado en la sociedad, que independientemente de si después, se demuestra cierto o no, acaban de proporcionar a un enfermo recuperándose de un coma etílico, la mayor borrachera de su vida.

Hay que tener cuidado con lo que se dice y se rumorea porque,  aunque como ciudadano en democracia, le agradezco, el trabajo periodístico y de investigación, si esto lo dicen con pruebas más contundentes dentro de un año, el resultado será más demoledor aún y la sociedad, en crecimiento, se lo valorará aún más. 

La gente no puede pasarse la mitad de su vida, intentando demostrar que no han hecho, lo que algunos publican que sí han hecho, pero sin pruebas para demostrarlo (porque si considera prueba, la publicación de El País, yo de esos, en casa,  me hago 50 a nombre de Pedro J. Ramírez).

 A la masa organizada de las redes sociales, si les das una chispa prenden rápido, entre otras cosas porque al día siguiente y por desgracia, la mayoría no han de madrugar. ¿Perjudicados? el conjunto de la Nación que ven como hoy, por estas cosas del mentidero, como los mercados vuelven a castigarnos. Nadie de los que ustedes pretenden serán juzgados jamás, eso se lo digo de antemano, que he visto a Srs. X practicando en noble arte de la cetrería con Faisanes, sobrevolando grácilmente la Audiencia nacional.

No hay silencio más peligroso, que el de un cañón, preparado para abrir fuego, y crispando los ánimos y valores de toda la masa social, se está preparando a toda la Nación para que  vuelvan a escucharse, el silencio de los cañones.

 

Ignacio Mendoza
Ciudadano del Reino de España

“Las circunstancias son a día de hoy, nuestro verdadero rival político” por Carmen Guijorro

FOTO_CARMEN_GUIJORROPor eso, no debemos dar demasiada importancia a lo que digan los partidos minoritarios, ni los sindicatos desacreditados hoy, por los propios trabajadores a los que dicen defender.

A día de hoy, los que nos dediquemos a la política, hemos de tener dos objetivos prioritarios: la libertad y España. España es un país que ha demostrado históricamente, una gran fortaleza y credibilidad. Si bien han pasado unos años en los que quizás, ha perdido el rumbo de su identidad y su potencial, somos una nación de solidez democrática indiscutible, y por lo tanto no debemos permitir que el radicalismo de algunos, afecte al conjunto de la misma, como hoy nos quieren vender, algunos políticos independentistas.

La Democracia es básicamente el estricto cumplimiento de las Leyes. Cuando permitimos que entre en juego el radicalismo, existe la posibilidad de que acabe ganando el juego, el más radical de todos. Si juegas con la reglas de la Democracia, ganará siempre lo más democrático.

Ser político a día de hoy, no es un ejercicio agradable, y por ese motivo, está dejando de tener interés para los mejores y los más preparados. Se paga un precio demasiado alto por dedicarte a la política. Pero la política en verdad, tiene buenos momentos, momentos malos y muchos momentos injustos. Si decides involucrarte en la vida política, has de tener tu vida muy bien organizada y con unos cimientos muy sólidos, porque hay ocasiones, en las que la política intentará acabar con ella. Sin duda, la política, también conlleva grandes momentos de satisfacción personal, reconocimiento colectivo y mejora de la nación.

Así que, animo a los mejores, a plantearse la vida política. Sobre todo aquellos jóvenes que pueden actualizar y ampliar con su ingenio y conocimiento los horizontes establecidos. Pero antes de nada hay que recuperar la credibilidad en las instituciones y sus dirigentes, para ello se hace imprescindible un ajuste de las administraciones, y es necesario que las figuras políticas se aparten del amiguísimo, del enchufismo, del favoritismo y de todos los “ismos” que se le puedan achacar para hacerla atractiva y para que, los mejores estén dispuestos a dedicarse a ella.

Los medios de comunicación no están en un buen momento, y sin embargo, la dependencia sobre ellos de algunos políticos es escandalosa. Esto ocurre por la constante necesidad de reprobación de algunos no tan capacitados para la vida política, que aprovechándose del sistema democrático, han encontrado un hueco en el que colarse, no para vivir la política, si no para vivir de ella.

Así nos encontramos con diferentes personajes, que manchan con sus actos una vocación de servicio público y un deseo de colaborar al crecimiento de la nación, pues no encuentran más interés en sus cargos, que el beneficio personal y cortoplacista.

¿Es posible entonces, hacer la política más agradable, y que el ciudadano entienda a los políticos como solución y no como parte del problema?

Sí, pero sólo formando equipos con los mejores posibles. En la historia del mundo, nunca ha existido un pueblo contento al cien por cien, con sus gobernantes. La fórmula del fracaso, es intentar tener contento a todo el mundo, y por ello el político, ha de ser capaz de evaluar qué es lo importante, y una vez analizado, debe tomar decisiones que beneficien a la mayoría, y no sólo a un grupo minoritario.

La gobernabilidad pasa, por el profundo estudio de la estadística social y económica, y la comprensión de la misma no es igual para todos. Hoy la política está descapitalizada, el mundo está mal políticamente. Los líderes no están definidos. Es por ello, que quienes tenemos la obligación de gobernar, hemos de ser conscientes de que vivimos en una situación tremendamente complicada. Se hace entonces necesario que cada país haga sus deberes, sí.

Pero Europa, sus dirigentes y también los mercados, deben pensar que un euro en Madrid, no vale menos que en Berlín. Europa se unió con todas sus consecuencias. La lógica de tener una moneda única, era tener un mercado común, no un nuevo producto en juego para la especulación. Hay que hacer muchos esfuerzos, pero haciéndolos, hay que saber también que saldremos de la crisis.

Enmendaremos los errores que durante años se han cometido, y que han desembocado en una situación de inestabilidad económica, social y sobre todo en una crisis de credibilidad y valores. Hemos de sacar las lecciones de aprendizaje positivas, que esta situación nos ha enseñado. Hemos de comprender que sólo podemos tener aquello que podamos y estemos dispuestos a mantener. Que lejos de hacer de ello un “Sálvese quien pueda”, comunidades y municipios, hemos de mirar también por defender los intereses de nuestros vecinos, pues con esta práctica, logramos una protección del proyecto común al que llamamos España. Y digo protección y no proteccionismo, que es lo que muchos pretenden de su país y/o gobiernos. Una vez más los “ismos” desvirtúan claramente los mensajes.

Un país es una proporción de tierra delimitada por un entorno geo-político. Sin embargo, una nación es el proyecto que en él se desarrolla, y no se hace grande por extensión, sino por sus recursos, riqueza y la capacidad de sus habitantes y gobiernos. Capacidad para emprender proyectos conjuntos que la dirijan a un estado de bienestar para todos y que nos hagan crecer como nación y sociedad.

Un espacio en el que todos estemos orgullosos de vivir, de avanzar, y con el único propósito de proporcionar un futuro mejor a la generaciones venideras. Nadie de los que estamos a día de hoy, somos imprescindibles, pero sí somos importantes dentro de la propia evolución de la nación como proyecto. Las anteriores generaciones trabajaron para que pudiéramos tener una España fuerte, capaz, competitiva, moderna y con recursos. La crisis nos ha demostrado que ni de lejos, está todo el trabajo hecho y que errando en las políticas, podemos retroceder años, en las décadas que ha costado avanzar. Por eso, hemos de ser especialmente cautos, por respeto al legado recibido, pero también hemos de ser especialmente cuidadosos, o mejor dicho exquisitos, hacia el legado que debemos entregar a las futuras generaciones. De ello dependerá la continuidad del proyecto de nación a la que llamamos España y el futuro de nuestros hijos y nietos… En el único lugar donde el éxito aparece antes que trabajo, es en el diccionario de la Real Academia. Trabajemos hoy, para un éxito futuro y para un proyecto sólido, con esperanza, credibilidad y engrandecimiento de nuestro legado.

Trabajemos por una nación libre, justa, de todos, por todos y para todos, y ahora más que nunca, entre todos.

Carmen Guijorro Belinchon
Alcaldesa de San Martín de la Vega 

“15M: el periodismo ante un nuevo actor” por David Callejo

Este periodista que les habla tuvo el honor, profesional y personal, de asistir al nacimiento de uno de los movimientos sociales más importantes, seguro, de lo que va de siglo aquí en España. Asistí intensamente a su primer mes de existencia, y como medio de comunicación fui uno de tantos canales a través del cual el resto de la ciudadanía tomó conciencia de lo que ocurría. Pero un año después, algunos parecían haber olvidado la existencia de este movimiento sin caras, sin nombres, sin escudos.

Y sin embargo el 15M ha seguido su camino. Heterodoxo, diverso, múltiple, igual que fue su origen. Un nacimiento que se produjo en la Puerta del Sol, ya lo saben ustedes, tan en pañales que daba cierta ternura. Ingenuo yo, lo reconozco, no le auguré mucho futuro cuando un lunes 16 de mayo me topé con una veintena de jóvenes a los pies del mítico oso del madroño madrileño.

“Estamos aquí porque nos sentimos traicionados, estafados, no representados y engañados”, fue la primera frase que recogían los micrófonos de la Cadena SER de aquellos “indignados” que llevaban toda la madrugada pernoctando en una plaza pública, quizá la más pública de todas las plazas. Allí se quedaron para lanzar un irritado “¡basta!” a todos los españoles.

Y asistí a la segunda asamblea, incomprensiblemente, como a veces hoy, con hostilidad hacia los micrófonos; y cubrí el primer desalojo, incomprensiblemente, como a veces hoy, violento; y el primer “cónclave” de todas las acampadas, y la construcción de la “mini-ciudad”, y su desmantelamiento, y la primera convocatoria para evitar un desahucio… Fueron semanas muy intensas, emocionantes para el observador, para el periodista, para el ciudadano. Pero, ¿y luego qué?

Pues luego el 15M ha seguido existiendo, trabajando, influyendo. Sin acampadas, pero con asambleas. Una realidad que se sigue dejando ver cada semana en cada una de las plazas céntricas de los municipios madrileños. Y su foco reivindicativo, sin dejar de ser general, se ha pasado a lo particular: a intervenir en la actualidad de cada uno de sus pueblos, de sus ciudades.

El periodismo local se ha visto impulsado, emocionado, a veces zarandeado (con razón) gracias a las acciones de cada asamblea. Nos han descubierto que la libertad de expresión sigue en tela de juicio (muchos han visto sus carteles retirados de los lugares destinados al asociacionismo vecinal); han recordado la gran paradoja de que el lugar más público del universo, el Pleno Municipal, el ágora moderno, no lo es tanto cuando se impide grabar lo que allí pasa; y, sobre todo, han conseguido que esa pandemia de los desahucios se reduzca cuando algunos de los casos son, a todas luces, profundamente injustos.

Son los logros de un movimiento inaprehensible, inidentificable, incomparable. Un movimiento que une y divide, como todos, que evoluciona y se disgrega, como todos, pero que no ha vuelto a salir a la calle, porque en realidad, desde hace un año, nunca se había ido de ella.

David Callejo
Periodista

«El discurso del (padre del) Rey» por David Sañudo

“Sobre todo, España”, así con estas palabras se despidió Alfonso XIII de su hijo, y heredero, Juan de Borbón. Era febrero de 1941, y el rey en el exilio se encontraba en su lecho de muerte. La monarquía española llevaba diez años lejos de nuestro país, que había sufrido una Guerra Civil y afrontaba la época más dura de la dictadura, donde a la falta de libertades se unía la falta de todo lo demás.

Eso de “por encima de todo está España” es algo que, según los que le conocieron, tenía muy claro el Conde de Barcelona, legítimo heredero de la Corona, tanto, que ese lema le hizo renunciar al trono para evitar conflictos con Franco y asegurar la restauración para su hijo.

Y parece que las enseñanzas de Don Juan (que, por cierto, no sería mal título para este texto) siguen presentes en su hijo estos días, cuando se habla mucho de la Familia Real: no solo de los escándalos que rodean a Iñaki Urdangarín, sino del papel de, por ejemplo, las Infantas, de la transparencia de sus cuentas, del sentido de una institución hereditaria en el siglo XXI…

Lo que el Rey hizo en su discurso, es dejar claro que los intereses de la institución, la Corona, la monarquía… están por encima de todos, incluso de miembros de la Familia Real; esto que puede parecer de perogrullo tiene su áquel, y más si lo comparamos con lo que ocurre en los casos de corrupción en los partidos políticos (por cierto, el domingo en las valoraciones, todos los grupos políticos miraron para otro lado y ninguno se dio por aludido cuando se habló de falta de integridad, honradez o transparencia).

Sin entrar a valorar si se necesitaba más autocrítica, nombres propios o plantear medidas concretas, las palabras del Rey el sábado fueron “El discurso del padre del Rey”, y marcan una tendencia en la actitud de los Borbones tras la restauración: “Sobre todo, España”.

David Sañudo, periodista

“Anestesiados” por Pedro Blanco

La Cadena SER en Madrid ha destapado en lo últimos días tres asuntos que merecen todavía hoy algún comentario. Primero supimos que, según consta en un acta policial, el Canal de Isabel Segunda había contratado en enero del 2008 los servicios de una agencia de detectives para investigar a Javier Soler Gallego, abogado y asesor externo de la empresa. Apenas un día después, la SER relataba como casi medio centenar de altos cargos del Ayuntamiento de Madrid, con sueldos entre los 85.000 y los 89.000 euros, cobraban prestaciones que el consistorio tiene reconocidas a sus funcionarios. Más aún, Mercedes Coghen reclamó sin éxito el cobro del abono transportes dos días después de que le fuera concedido uno de esos cargos de confianza remunerado con 75.000 euros anuales. Por último, esta misma semana, La cadena SER en la Comunidad de Madrid desvelaba la existencia de un peritaje judicial incorporado al sumario del caso Gurtel en el que se asegura que la adjudicación de dos contratos a la empresa Hispánica, relacionada con este caso, había sido arbitraria y subjetiva puesto que, según ese análisis, en ninguno de los dos concursos era la empresa que había presentado la mejor oferta económica y técnica.

Conocidos todos estos datos, el motivo que me lleva a escribir las siguientes líneas no es otro que la inexistente reacción política incluso ciudadana ante este tipo de excesos. Los utilizo como categoría porque creo que lo son. Y tengo la impresión de que el ciudadano se encuentra anestesiado, que los políticos como primeros responsables pero también los periodistas como autores del relato hemos conseguido que el madrileño establezca una peligrosísima gradación del exceso. Son tantos los que se han cometido alguno de ellos tan grave que cualquier otro abuso de la administración pública puede parecer menor o, en el peor de los casos, irrelevante. Tal vez porque me niego a aceptar como inevitable este tipo de usos políticos, reclamo algo más de decencia a quienes, pese a tener sueldos muy elevados, tienen la desfachatez de echar mano de la caja común para pagar un par de gafas o un tratamiento dental. Tal vez por ese mismo motivo reclamo explicaciones a quien ha utilizado fondos de una empresa pública para contratar los servicios de una agencia de detectives. Tal vez porque conviene no renunciar a la verdad, considero necesarias explicaciones detalladas y creíbles tras las dudas que plantea el análisis judicial de los dos contratos concedidos a Hispánica en Alcalá de Henares.

Sólo una última reflexión. He oído estos días todo tipo de explicaciones a algunos de los casos que relataba en las primeras líneas. Hay una que se repite de forma insistente: ciertas informaciones hay que enmarcarlas en la precampaña electoral. Argumento que jamás aceptaré salvo que algunos políticos pretendan que en ciertos periodos la información deba dar tregua, apartarse a la orilla del camino del político hacia el sillón.

Pedro Blanco, director de Contenidos, Cadena SER en Madrid

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